Pese a que la convocatoria de la marcha por el ocho de marzo estaba dirigida a mujeres, ya entrada la tarde, una veintena de hombres se filtraron en el contingente.
Con el rostro cubierto con pañuelos y portando en su mayoría ropa en tonos negros, los hombres empezaron a lanzar objetos sobre las barreras de acero.
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A la par de que algunos lanzaban objetos como piedras y demás, otros sujetos golpeaban las barreras de contención con palos y pedazos de Cantera.
El intento por derribar las murallas tomó unas dos horas ininterrumpidas y en las vallas se colocaron cartulinas y pedazos de papel.
