Habitantes de 19 municipios de alta marginación en la Sierra Tarahumara trabajan en el cultivo de semillas de consumo básico, actividad que poco a poco les ha permitido acercarse a la autosuficiencia alimentaria y generar ingresos con la venta de excedentes de sus cosechas.
Frijol, maíz, chile, calabacita, manzana y durazno son algunas de los productos que cultivan por medio del programa “Sembrando Vida”, que lleva a cabo el gobierno federal a través de la Secretaría del Bienestar, con el objetivo de reactivar la economía local y regenerar el tejido social en las comunidades.
En el estado de Chihuahua son cerca de 20 mil habitantes de la zona serrana quienes a través del programa reciben un pago de 5 mil pesos por medio del programa, cuya inversión federal es de mil 200 millones de pesos al año en la entidad.
Las casi 20 mil sembradoras y sembradores han podido cultivar 50 mil hectáreas que anteriormente estaban olvidadas, y que a la fecha son sustento de familias que están en zonas de alta marginación.
Del total de beneficiarios, la mayor parte, más del 80%, pertenece a alguna etnia indígena, por lo que estos apoyos llegan a las personas más necesitadas.
Selene Muñiz, facilitadora de la zona de Urique, explicó que el trabajo de líderes en 75 comunidades de aprendizaje campesino se suma para brindar capacitación a quienes cultivan las tierras. Con ello, agregó, se logra no sólo llevar un apoyo económico a las familias, sino optimizar el uso de recursos naturales y el cuidado del medioambiente.
Don Gerardo es habitante de Cerocahui, municipio de Urique, donde actualmente vive con su esposa y dos hijos, y señala: "salimos adelante poco a poco" pues hoy en día cuenta con una pequeña parcela en la que labora y además da empleo a diez personas más.
Al igual que él, miles de habitantes de comunidades de la zona serrana se han enfrentado a condiciones adversas, que hoy por hoy superan por medio de su trabajo.
Fusión de conocimientos ancestrales y acompañamiento técnico
El delegado de los programas del Bienestar en Chihuahua, Juan Carlos Loera de la Rosa, expuso que las comunidades de aprendizaje campesino producen abonos y compostas orgánicas, bajo alternativas para la agricultura ecológica.
Indicó que “con la fusión del acompañamiento técnico de los expertos que trabajan en este programa, y los conocimientos ancestrales, se están logrando grandes resultados”.
En este sentido, a finales de septiembre, integrantes de Sembrando Vida” de los municipios de Batopilas, Guadalupe y Calvo, Balleza, Uruachi, Guachochi, Bocoyna y Cerocahui acudieron a Cusárare al segundo taller de capacitación de biofábricas.
El delegado del Bienestar agregó que en dicho taller, los asistentes aprendieron técnicas para un mejor desarrollo de las parcelas.
Añadió que además de la autosuficiencia alimentaria, el programa “Sembrando Vida” busca que las personas de estas zonas “mejoren su calidad de vida y fortalezcan el arraigo de su tierra”.