En tan sólo cinco años el Acuífero Villalba, que se extiende desde la capital hasta Meoqui, pasó de estar en una clasificación de extracción equilibrada a ser sobreexplotado hasta el triple de su capacidad de recarga, de acuerdo con los registros que mantiene la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
Según la publicación del Diario Oficial de la Federación identificada como 02/07/2015 indica que el acuífero tiene una recarga de 17.5 millones de metros cúbicos (Mm3) de agua al año y que el año en el que se hizo la publicación se extraían entre 5 y 8 millones de metros cúbicos de agua, en aras de priorizar la conservación del nivel freático y evitar que entrara en un déficit a raíz de una sobredemanda.
Sin embargo, de acuerdo a las mediciones que ha realizado la Conagua en esa zona, se ha detectado que la extracción a partir de 2020 se incrementó a 56.9 Mm3 de agua por año, es decir, que se extraer tres veces más de lo que está recargando el acuífero.
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Esta sobreexplotación ocurre pese a que la Comisión Nacional del Agua no ha otorgado concesiones para la perforación de nuevos pozos legales, lo que podría apuntar a un uso indiscriminado del vital líquido y el surgimiento de pozos ilegales.
En el mismo acuerdo por el que se da a conocer el resultado de los estudios técnicos de aguas nacionales subterráneas del acuífero Villalba, del año 2015, se da una alerta de que “en caso de que en el futuro el crecimiento de la población y el desarrollo de las actividades productivas de la región, demandaran un volumen mayor de agua subterránea al que recibe como recarga media anual, existe el riesgo potencial de sobreexplotar el acuífero”.
Es decir, a pesar de lo plasmado en el Diario Oficial de la Federación, en el que se instruía a la preservación del acuífero Villalba, de 2015 a 2020 creció exponencialmente el consumo de agua en la zona, y no por el crecimiento de la población o la industria, sino por temas relacionados con el gasto agrícola. Según los censos realizados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) se contabiliza un crecimiento poblacional no mayor a los 4 mil habitantes.
De acuerdo con las mediciones realizadas por la Conagua, son ocho las principales fuentes de extracción de agua del subsuelo en esa región, destinadas en su mayoría a actividades productivas agrícolas, principalmente en la zonas de Mápula y Horcasitas.
Estas ocho zonas de producción agrícola tienen una superficie cercana a las 3 mil 730 hectáreas, con alrededor de 2 mil hectáreas de riego con pivote, y aunque sólo corresponden a una superficie de 1.95% del total del acuífero Villalba, son los puntos identificados por las autoridades como los responsables de extraer más del 95% del agua que se consume anualmente.
El acuífero cubre una superficie aproximada de mil 908 kilómetros cuadrados y abarca parcialmente a los municipios de Chihuahua, Aquiles Serdán y Rosales, incluso cerca de Meoqui.
Administrativamente corresponde a la región hidrológica Río Bravo, que tiene una descarga natural comprometida de 4.4 millones de metros cúbicos anuales y el volumen concesionado e inscrito en el Registro Público de Derechos de Agua al 31 de marzo de 2013 es de 4.92 millones de metros cúbicos anuales, resultando en una disponibilidad media anual de agua subterránea de 8.17 Mm3.
En las mediciones del acuífero se ha detectado un déficit de 43.8 millones de metros cúbicos de agua, es decir, están tomando más agua de la que se logra captar, lo que dentro de unos años puede terminar con el recurso vital que se encuentra en esa zona.
En el informe de 2015 se dio a conocer también que el acuífero Villalba tiene una disponibilidad media anual de agua subterránea limitada para impulsar el desarrollo de las actividades productivas.
“La extracción intensiva de agua subterránea para satisfacer el incremento de la demanda podría originar un desequilibrio en la relación recarga-extracción y causar sobreexplotación, impidiendo el impulso de las actividades productivas y poniendo en riesgo el abastecimiento de agua para los habitantes de la región que dependen de este recurso”, advierte el documento de Conagua.
Actualmente, aun con la existencia de los instrumentos para prevenir la sobreexplotación, la Conagua advierte que existe el riesgo de que el incremento de la demanda de agua subterránea genere los efectos perjudiciales causados por la explotación intensiva, tales como la profundización de los niveles de extracción, la inutilización de pozos, el incremento de los costos de bombeo, el deterioro de la calidad del agua subterránea y hasta la disminución e incluso desaparición de los manantiales
De acuerdo a las mismas mediciones, aproximadamente el 95 por ciento del uso del agua extraída de ese manto son con fines agrícolas —predominantemente el cultivo del nogal—, mientras que el resto se destina para uso industrial —como la Termoeléctrica Central de Ciclo Combinado II Chihuahua (El Encino) de la CFE—, ganadero y en menor medida para uso público urbano.
Es de mencionar que la principal corriente superficial en el acuífero Villalba es el río San Pedro que pasa por su extremo sur. Con menor importancia se tiene la presencia de los arroyos San Rafael y Los Alamillos, además el arroyo Bachimba que fluye cruzando la parte septentrional del acuífero.
Cabe hacer notar que estos escurrimientos son afluentes del río San Pedro en primera instancia y finalmente sus aguas confluyen al río Conchos. En su paso por el acuífero los arroyos mencionados son su principal fuente de recarga, así como los volúmenes por infiltración de agua de lluvia, lo cual ocurre en zonas topográficamente altas con permeabilidades que varían de media a alta.