María Patricia Soledad Temoltzi Martínez, de la etnia náhuatl, tiene 66 años de edad y ella fortalece la frase “querer es poder”, aparte de ser un ejemplo a seguir tiene doble mérito y se le admira ya que tiene discapacidad motriz y eso no le impidió cumplir su sueño de ser una profesional y terminó la Licenciatura en Derecho en la Universidad Autónoma de Chihuahua, llevándose a cabo su graduación el día 4 de mayo en el Centro de Convenciones, siendo su generación 2017-2021.
“Era un sueño desde la adolescencia y por diversas circunstancias no lo había podido realizar, yo soy de Puebla, pero desde el año 2008 llegué a Chihuahua, y entré al instituto a la edad de 61 años, sin embargo, no fue nada fácil ya que fui discriminada por mis tres limitantes que es adulto mayor, etnia y discapacidad motriz progresiva y degenerativa, pero me ha ayudado mucho hacer terapias en la alberca, beneficio que tuve por parte de la Universidad y gracias a ello tengo tres años que dejé el bastón y antes usaba sillas de ruedas, mi problema está en la columna donde tengo cuatro hernias cervicales debido a un accidente automovilístico que tuve en el 2001 en Puebla y en mis rodillas que sufren desgaste”, informó.
“Cuando yo era niña tenía el deseo de ser maestra, luego enfermera, finalmente mi padre pudo ofrecerme una carrera corta, Secretariado en aquel entonces, sin embargo, tiempo después muere mi papá y no logro terminar la carrera por la situación económica a la que me enfrento y decido buscar un trabajo, la pérdida de mi padre nos hizo enfrentar varias situaciones de injusticia es entonces cuando me decía ‘como quisiera ser abogada para defenderme’ y de ahí nace ese gusto por la abogacía”, expresó emocionada.
A los 30 años, manifestó, hizo la secundaria abierta, ya estando en la capital, para el año 2010 se abre un programa de gobierno para estudiantes con discapacidad el CAED (Centro de Atención a Estudiantes con Discapacidad) que se encuentra en el Cbtis 122, siendo parte de la primera generación que se graduó, “tuve la intención de entrar de inmediato a la universidad, pero la situación económica no me lo permitió, entonces entré a la vendimia de productos por catálogo, y una de mis clientas asiduas, Perla Ibarra, que trabaja en ese entonces en Rectoría me preguntó que por qué no había entrado a la Universidad y le expliqué mi situación, y fue ella quien me dio a conocer que existe un programa en la Universidad que apoya a las personas de los pueblos originarios y con discapacidad el DAIE (Departamento de Atención Integral al Estudiante)”, declaró.
“Sobre mis limitaciones yo no puedo escribir más de cinco minutos porque se me engarrotan las manos, entonces yo grababa las clases, pero tenía que pedir permiso primero a los maestros siendo una limitante y otra no tenía mucho conocimiento sobre computación, asimismo sufrí discriminación por parte de un maestro quien me decía que qué hacía yo ahí, que me fuera a mi cultura, que mejor estudiara cocina y al final me reprobó, pero mis ganas de ser alguien fueron más grande, y volví a tomar las clases del profesor y esta vez pasé el examen”, finalizó.
DATO:
No obstante, de ser una profesional no ha podido ejercer debido a su edad y discapacidad ya que la han rechazado varias veces cuando aplica a ese tipo de puesto, por lo cual, dice, si alguien le pudiera dar una oportunidad para demostrar sus conocimientos en la materia lo agradecería mucho, su teléfono es 614 156 2274.