Cientos de ciudadanos descubrieron de la peor manera, este fin de semana, que no cuentan con un calentón, un techo o un refugio para sus familias con las mejores condiciones, ya sea por las goteras, desgastados anafres, o porque el piso de su vivienda se convirtió en un lodazal, como en el caso de Aurelia.
Aurelia es la jefa de una familia de 11 integrantes, quienes viven en las faldas del Cerro Grande, en un punto entre las colonias Ladrilleras y Vistas Cerro Grande, en una extensión sobre las calles 70 y Del Bosque, al sur de la ciudad.
“Ayer que nos llovió se metió el agua por el techo y nos dejó un ‘soquetal’ adentro de la casa, y eso que es la primer agua que nos cae en el fin de semana; ahorita a ver cómo le hago para acomodar a la familia, pues tenemos bebés chiquitos”, explicó la señora.
Ella, como Berenice, una de sus vecinas, sortean las bajas temperaturas y el clima extremoso de la capital utilizando únicamente calentones de leña, los cuales con el paso del tiempo se han ido mermando hasta convertirse en un riesgo, más que en un beneficio.
Berenice explicó: “Se salen las brasas por todos lados, no puedo descuidarme porque como la casita es de madera, cuando menos piensa uno ya agarró lumbre alguna pared, algún mueble o sabe usted qué más; no ponemos calentón eléctrico porque la luz tiene cables muy malos, entonces también puede hacer corto y eso provoca un riesgo”.
En la casa de Berenice, hay 7 de familias, contando a su pareja y a ella, quienes tienen una vivienda con piso de tierra, ubicada sobre un predio, con una sola habitación que cumple las funciones de recámara, comedor, sala, cocina, y lo que requiera; únicamente el baño está en un espacio apartado de la casa.
Otro de los vecinos que vive las condiciones extremas de la capital es don Mario, quien se dedica a cuidar uno de los terrenos aledaños a su propiedad, en donde cuenta también con un viejo calentón de leña lleno de agujeros con el que calienta su comida, el agua para bañarse, y demás cosas que requieran calentarse.
“Un calentón es lo que más deseamos los de esta zona, pues aquí pega bien feo el frío, ya de la leña se hace cargo uno, pero para conseguir un buen calentón está muy difícil”, explicó el hombre de 70 años.
¿Su única fuente de abasto de leña? Una tienda que vende a 35 pesos el kilo, ubicada sobre la avenida Nueva España y casi calle 31, a más de 500 metros de distancia, pero que es poco para quien pasa frío, a la hora de buscar combustible.