Con sus 86 años a cuestas, además de un problema en su pierna derivado de una fractura, sin contar con el intenso calor y el riesgo latente de contagio por Covid-19, don Trinidad Meraz sale a las calles en busca del sustento diario para tener qué comer y para poder pagar el tratamiento de su esposa enferma.
Precisamente este sábado cumplió un año más de vida, pero ni eso lo detuvo para tratar de ganarse unos pesos vendiendo sus dulces que transporta con ayuda de su andador, el cual le permite caminar entre los vehículos de la acalorada vialidad Ch-P.
Don Trinidad platicó que lleva alrededor de 20 años haciendo esta actividad, y que tuvo que dejar de trabajar un par de meses por la contingencia, pero que la necesidad lo obligó a volver a las calles, sobre todo ahora que su esposa sufrió un accidente tras caer en su vivienda, por lo que tienen que pagar estudios y medicamentos.
Cuenta que a diario sale de su casa entre 07:30 y 08:00 horas con rumbo al cruce de la vialidad Ch-P y calle 92, donde permanece hasta alrededor de las 13:00 o 14:00 horas cuando se deja sentir con mayor fuerza los rayos del sol, pues es lo más que aguanta, dice.
Durante este tiempo ofrece a los conductores sus paletas, cacahuates, garapiñados y demás variedad de golosinas, lo que además de ganar un poco de dinero le permite sentirse útil a esta altura de su vida.
Gracias a su esfuerzo, en promedio gana entre 100 y 200 pesos diarios, todo depende de las ventas del día, pero además de personas bondadosas que le dan dinero extra, aunque eso no es siempre.
Sin importar si hace frío, calor o viento, casi a diario puede verse al señor Meraz en este punto hasta donde un familiar lo lleva y recoge, ya que no puede caminar largas distancia como para irse a pie hasta su hogar localizado en las calles Privada de Carlos Fuero y 80, en la colonia Cerro de la Cruz.
Él es originario del municipio de Ocampo, pero hace unos 40 años emigró a la capital en busca de mejores condiciones de vida, y desde entonces no ha dejado de trabajar, y aunque comenta que ahorita le resulta más complicado por su situación actual de salud, eso no le impide seguir ofertando sus dulces.
Tratando de cuidarse un poco él y cuidar a sus clientes, el hombre de 86 años porta su cubrebocas, pero lamentablemente eso no garantiza que pueda llegar a contagiarse del virus y enfrentarse a las consecuencias que esto conllevaría por encontrarse dentro de un sector vulnerable al ser un adulto mayor, pero confía en que no suceda.
Es de reconocerse el enorme esfuerzo que hace don Trinidad, por lo que es justo solicitar que si alguna persona lo observa en el citado punto, lo apoye comprando sus productos y si cabe en sus posibilidades con algo más. Él no está pidiendo nada regalado, al contrario, cada día se esmera por llevar el sustento a su casa.
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