El arzobispo de Chihuahua, Monseñor Constancio Miranda Weckmann presidió la sagrada eucaristía celebrada por el fin de cursos del Seminario Arquidiocesano de Chihuahua, AR, en las instalaciones del Campus Sagrado Corazón de Jesús, también llamado Seminario Menor.
Durante su homilía, monseñor Miranda reconoció que los seminaristas y el equipo de Padres Formadores, enfrentaron un ciclo particular, en el que además de las adversidades propias del proceso en la formación para ser sacerdotes, atravesaron la situación atípica de la pandemia.
“Ahora esto, como que toma una dimensión, un tamaño más grande, feliz, y por eso me uno a su agradecimiento con más ganas, porque no ha sido un tiempo ordinario, sino extra ordinario. Hemos sufrido la pandemia, esto no ha sido una cosa como la veníamos viviendo, ahora tiene que ser con más ímpetu la felicitación. Solo le pido a Cristo, Sumo y Eterno sacerdote, perseverancia para ustedes, que aumente su fe, aquilate su humildad y que sean siempre dóciles a sus indicaciones. Que María de Guadalupe, Madre del Seminario, nos llene a todos de su amor y que ella lleve en sus manos como una ofrenda a su Hijo, todo lo que en este año hemos pasado y por el cual le damos acciones de gracia y lo malo que hemos hecho, le pedimos perdón”, les expresó a los jóvenes en formación.
La celebración eucarística se realizó en la explanada de la institución que se encuentra bajo un domo al aire libre, con las medidas de sana distancia, uso de cubrebocas y en comunidad, con la fraternidad que distingue al Seminario Arquidiocesano.
Al término de la misa, el arzobispo dirigió la Oración por las Vocaciones, y al finalizar, ante la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, el rezo de la Salve, para rogar por el término de la pandemia.