Familias completas, grupos de amigos y empleados de La Norteñita, arribaron este domingo a Las Canoas, una de las zonas más devastadas de Carichí a causa de los incendios forestales, con un sólo objetivo: ayudar a reparar el daño.
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Luego de cinco horas de camino, desde Cuauhtémoc, a bordo de camiones y vehículos 4x4, finalmente el contingente de más de 200 personas fue distribuido en cuatro grupos, donde cada niño y adulto se puso su cachucha con la leyenda "Neja Rakála", palabras en rarámuri que se traducen como "dar semilla". Luego tomaron su morral y lo llenaron de 'bombas de vida' para distribuirlas.
Cada bola de arcilla contiene semillas de pino de las especies arizonica y engermany, y están preparadas con fertilizante. Fueron fabricadas en las instalaciones de Grupo La Norteñita, durante la semana que concluyó. Más de 230 mil era la meta y en total cubrirán unas 200 hectáreas más dañadas por los incendios en los municipios de Carichí y Bocoyna. La mayoría las dejarán caer desde avionetas piloteadas por menonitas, las mismas que en su momento se utilizaron para combatir los incendios.
Los padres de familia comentaron que traían a sus hijos para entre todos hacer conciencia del daño que sufrió la sierra y contribuir con un granito de arena para su rescate. Los jóvenes llenaron una y otra vez su bolsa, con hasta 3 o hasta 6 kilos, y se dispusieron a recorrer grandes distancias en distintas direcciones.
Las instrucciones fueron claras: dejar caer una bola de arcilla a diez metros una de la otra, así que la caminata fue agotadora y se prolongó durante horas.
La iniciativa de la maestra Karina Gómez, quien además es activista social, logró el apoyo de la población y la iniciativa privada.
Los niños mostraron particular interés en la actividad. Ámbar comentó que luego de lanzar decenas de bombas se sentía menos mal de ver los árboles quemados, mientras que Álex llamó a la población a no hacer fogatas en la sierra, porque incendios como los que dañaron este lugar pueden terminar con los bosques del mundo.
La familia Alvídrez Martínez expresó que el proyecto representa una esperanza, pues lo que debiéramos hacer todos es ayudar a que el bosque se recupere.
Se espera que en un periodo de 3 a 5 años, algunas de las semillas se hayan convertido en pinos y la sierra recupere su frondosidad y esplendor.