“NOS DEJA LOS ZAPATOS MUY GRANDES”: SUS HIJOS
Mujer filántropa que dedicó su vida a criar a sus 11 hijos, ayudar a los indigentes, al asilo Bocado del Pobre, El Seminario y la Casa Hogar de Niñas
A menos de tres meses de celebrar su cumpleaños número 100, falleció el pasado 27 de septiembre María Luisa Iturriza de Fernández, una mujer que dicen sus hijos: “Nos deja los zapatos muy grandes”, por su ejemplo de filantropía, generosidad y caridad hacia los más desprotegidos, especialmente hacia esos indigentes que no tienen nada ni a nadie, ellos la tenían a ella, pues los veía en la calle, los subía a su automóvil, los llevaba a su casa, los invitaba a que se asearan y los sentaba a comer a la mesa al lado de su familia.
“La señora de los fierros que andaba por la Cuauhtémoc” es recordada por sus hijos; ella todos los días era copiloto de doña María Luisa y es que el recorrido vehicular de la señora Iturriza era por esa avenida así que siempre que se encontraba a la recolectora de fierros, la llevaba hasta su casa para que no caminara más de lo que ya había andado.
Eran los niños y las personas de la tercera edad los consentidos de María Luisa, esas personas humildes con menos suerte que otros, eran prioridad para una mujer que dedicó toda su vida a dar tiempo, comida, ropa y dinero a los más vulnerables; no importaba su higiene, ni su realidad ni quiénes eran y menos de dónde venían, darles alimento y momentos de felicidad esa era lo único que interesaba a la señora Fernández, quien durante décadas también fue benefactora del Asilo Bocado del Pobre, institución atendida por religiosas que se encargan de brindar un hogar o vivienda asistida a adultos mayores.
La casa de formación para futuros sacerdotes, El Seminario, fue otra institución ayudada por la señora Iturriza de Fernández, mujer de gran fe, que asistía a escuchar misa todos los días y no faltaba a las celebraciones litúrgicas, desde pequeños inculcó a sus hijos, la importancia de cumplir con los reglamentos de la ley de Dios; devota de la Virgen de la Medalla Milagrosa; comentan sus seres queridos, siempre andaba con el rosario en la mano, “con él rezaba y también regañaba”.
CHIHUAHUENSE POR CASUALIDAD
Sus padres fueron de origen español, Isabel Zarandona y Miguel Iturriza llegaron a tierras chihuahuenses por casualidad; se conocieron en su tierra natal, se hicieron novios y luego de casarse, por motivos de trabajo de don Miguel radicaron en El Paso, Texas, donde nace su primera hija, Ángela Benita; el señor Iturriza como comerciante que era viajaba frecuentemente y fue en uno de esos viajes que enfermó y tuvo que ser hospitalizado en la ciudad de Chihuahua donde lamentablemente falleció; su esposa Isabel llegó a esta capital para acompañar a su marido en los últimos momentos; al mes de que éste falleciera, nace su segunda hija, María Luisa para quien toda su vida fue un sueño conocer a su padre, sueño que después de casi 100 años, se cumplió el pasado 27 de septiembre de 2018.
Isabel y sus dos hijas, Ángela y María Luisa se quedaron a vivir en Chihuahua por un tiempo en el ya desaparecido Hotel San Luis y después compraron su propia casa en esta ciudad donde años después María Luisa contrajo matrimonio con Benito Fernández Campos, con quien procreó 11 hijos: María Luisa, Rosario, Cecilia, Margarita, Regina, Tere, Benito, Miguel, Tomás, Luis y Eduardo(+) Fernández Iturriza; todos educados de la misma forma: estricta y creyendo siempre en Dios.
Asistir a misa obligatorio para los Fernández Iturriza, doña María Luisa fue una madre de carácter fuerte, “nunca nos dejó hacer lo que nos diera la gana”, dicen sus hijos, exigente en su forma de criarlos, en la escuela y en la vida cotidiana debían responder como se debe, no andaba con medias tintas, la formación fue dura y gracias a ello son hombres y mujeres de bien.
Visitar el rancho familiar, su actividad favorita, las vacaciones eran esperadas por todos ya que aprovechan al máximo el tiempo en ese lugar tan querido que hasta la fecha conservan; ubicado en el municipio de Guerrero, es el refugio de los Fernández y el sitio donde fortalecían lazos familiares y disfrutan los mejores momentos de su vida; padres e hijos paseaban a caballo, participaban en diferentes actividades y disfrutaban de los numerosos invitados que siempre llegaban a acompañarlos.
Hace 11 años, un 3 de junio de 2007 falleció su compañero de vida, don Benito Fernández Campos a quien comentan sus hijos, “jamás le gustó viajar en avión, por lo tanto no le dio el gusto a mi madre de llevarla a Europa ya que decía: cuando esté la carretera de Chihuahua-Europa vamos”; meses después del descenso de don Benito, María Luisa, Rosario, Cecilia, Margarita, Regina y Tere, cumplieron el sueño de su madre, y la llevaron a Europa, por supuesto, en avión.
UNA MUJER DE FAMILIA
Estar rodeada de sus hijos, yernos, nueras, sus 40 nietos, y 76 bisnietos, el mayor de 31 años y la menor recién nacida, actividad favorita de la señora Iturriza quien también gustaba de jugar canasta y bridge con sus amigas a quienes seguido invitaba a su rancho y pasaban momentos inolvidables; ayudar y orar también era lo cotidiano para ella quien durante la infancia de sus hijos se involucró al 100% en los eventos escolares del Instituto Femenino y el Regional, las dos escuelas donde cursaron estudios los Fernández Iturriza.
La velación de María Luisa Iturriza de Fernández se realizó en su hogar ubicado en la avenida Zarco donde se pidió a los seres queridos no enviar ofrendas florales, el gasto que hicieran en ello mejor fuera destinado al Asilo Bocado del Pobre; posteriormente, una muy emotiva misa de cuerpo presente en el Santuario de Guadalupe donde al final, hablaron tres de sus hijos, correspondió a Regina Fernández de Cuarón destacar el gran ejemplo de caridad y generosidad que les heredó su madre; Benito, a nombre de los hermanos agradeció a familiares y amigos acompañarlos en este difícil momento en el que despidieron a su madre quien ya descansa en el cielo donde dicen, seguramente hizo fiesta por haber conocido por fin a su padre.