La contaminación por parte de bañistas, la entrada de ganado y los incendios, son las amenazas que enfrenta el manantial de El Pandeño, hábitat de cuatro especies endémicas de animales, entre las cuales destaca el cachorrito, un pez que puede sobrevivir en aguas cuya temperatura alcanza hasta los 48 grados centígrados.
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No obstante que fue denominado humedal tipo Ramsar de importancia internacional, la reserva de El Pandeño, cuya superficie aproximada es de tres hectáreas, no está exenta de las alteraciones que pueden provocar personas poco conocedoras de la ecología.
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La malla ciclónica que se colocó años atrás para proteger el humedal, está rota o ha desaparecido en tres tramos, mientras que el equipo electrónico para monitorear el entorno, el cual funcionaba con una celda solar, fue sustraído con todo y cableado por los amantes de lo ajeno.
Dentro del perímetro de la reserva se observan las boñigas de un caballo que se introdujo a pastar en el lugar, y dentro del manantial o al lado del sendero se observan los desechos que dejan las personas que se introducen sin permiso para bañarse en las aguas cálidas.
Verónica Franco, directora de Desarrollo Social, Económico y Turismo en Julimes, admitió que el área del manantial enfrenta amenazas, pues la gente muchas veces no es consciente de los tesoros que alberga el municipio. Señaló que son numerosas las personas, tanto de la localidad como de fuera, las que llegan a bañarse al manantial, con la creencia de que sus aguas calientes y ricas en minerales los ayudarán a recuperarse de dolencias y achaques.
Sin embargo, los visitantes, que se meten al lugar sin pedir permiso a nadie, dejan residuos de jabón y shampoo, contaminando el entorno; otros dejan envases de bebidas. Además, el año pasado se suscitó un incendio que consumió parte de la vegetación ribereña, pero fue controlado rápidamente.
Ante las amenazas que enfrenta el humedal, las autoridades municipales están solicitando recursos al Gobierno del Estado y al Gobierno Federal para reponer la malla ciclónica, con el fin de proteger este manantial que ha hecho famoso al municipio por los peces y otros animales endémicos que lo habitan, destacó Verónica Franco.
Son cuatro las especies nativas de este ecosistema: el pez cachorrito de Julimes (Cyprinodon Julimes), el pez guayacón (Gambusia spp), cochinilla de Julimes (Thermosphaeroma macrura) y caracol de Julimes (Tryonia julimensis), el cual es del tamaño de una cabeza de alfiler. Todas estas especies están adaptadas a vivir en aguas cuya temperatura oscila entre los 38 y los 48 grados centígrados.
Las aguas cristalinas del humedal adquieren distintos tonos, desde el verde turquesa hasta el verde limoso, lográndose apreciar con facilidad las rocas del fondo y las criaturas que lo pueblan. En esta ocasión no fue posible ver ejemplares adultos del cachorrito ni del guayacón, que es un poco más grande que el primero. Únicamente se observaron crías de ambos peces, las cuales prefieren concentrarse en uno de los brazos del manantial.
Moviéndose velozmente, las cochinillas se desplazaban por el agua tibia, mientras que los caracoles negros, apenas visibles al ojo humano, permanecían pegados a las rocas del fondo.
En los alrededores crecen numerosas plantas propias del semidesierto: nopales, cactos de los conocidos como “huevos de toro”, cardenches, pitahayas, mezquites, guamis, largoncillos, cornetones y tornillos. Este último es un árbol de pequeño porte, parecido al mezquite, cuyas vainas tienen forma de espiral, de ahí su nombre.
El Pandeño es uno de los cinco humedales Ramsar de importancia internacional que existen en el estado de Chihuahua. Los otros son el río San Pedro, en Meoqui; la laguna Juanota, en Balleza; el humedal de Guachochi y la laguna de Bavícora, enclavada entre los municipios de Madera, Temósachi y Gómez Farías.