Considerada en su momento como la mejor escuela en su tipo, laSecundaria Técnica número 3 Agropecuaria abrió sus puertas undía como hoy pero del año de 1967 bajo la dirección de MarioAguilar Ramírez, quien a sus casi 88 años de edad todavíarecuerda de manera lúcida cómo fueron aquellos días en que elplantel educativo inició prácticamente sin nada.
Aguilar refirió en entrevista que los orígenes de la escuelase remontan a 1963 cuando en el seccional de Lázaro Cárdenas,municipio de Meoqui, inició como Centro de EnseñanzaAgropecuaria, pero posteriormente se trasladó a Delicias, dondeabrió como Centro de Capacitación para el Trabajo Rural yfuncionaba una escuela de artes y oficios, no como secundaria.
El Centro de Capacitación –explicó- funcionaba de maneraextraescolar y brindaba servicio a comunidades como Cárdenas, ElConsuelo y San Lucas. Contaba entonces con médicos veterinarios,enfermeras, ingenieros y técnicos que daban sus servicios a loshogares de la región.
No fue sino hasta 1967 cuando al plantel se agregó lasecundaria, que comenzó con una matrícula de sesenta alumnos,gracias a la intervención del entonces alcalde deliciense JoséMaría Durán Almaguer, quien gestionó el traslado de la escuela aDelicias.
Las clases –destacó el entrevistado- comenzaron en un salónprestado por la escuela del Pozo y en un edificio proporcionado porla empresa algodonera Industrias Unidas. Sin embargo, al pocotiempo los mismos alumnos solicitaron a su director cambiarse a suactual terreno ubicado a orillas de la carretera Delicias- Rosales,mismo que el municipio había cedido a la institución educativa ydonde prácticamente no había servicios.
El exdirector señaló que originalmente ese predio era del Club20-30, que tenía el proyecto de crear una granja agrícola paraniños desamparados o en situación de pobreza. Pero el club nuncapudo echar a andar ese proyecto y al final vendió en 130 mil pesosel terreno de 32 hectáreas al municipio.
Se construyeron primero diez aulas de la secundaria y cuatrotalleres grandes para el centro de capacitación, instalaciones quepermanecen al día de hoy. Se contaba con maquinaria agrícola comotractores y herramienta para carpintería, herrería, mecánica,así como una imprenta y cinco sillones de peluquero, pues tambiénse daba este curso.
Después se habilitaron los campos de cultivo en los que sellegó a cosechar trigo, algodón, alfalfa y maíz, así comocorrales para criar ganado vacuno y porcino.
"Nosotros nunca cobramos inscripción ni colegiatura,absolutamente nada. Con la población de la escuela festejábamoscada año la generación de los talleres", evocó Aguilera.
Sobre su experiencia como director, expresó que fue algofabuloso porque sus jóvenes alumnos colaboraron de formaentusiasta en la construcción de las instalaciones escolares.Gracias a esa primera generación –resaltó- funciona la fosaséptica gigante que da servicio tanto a la secundaria como al CBTA2. Igualmente, esos primeros estudiantes hicieron los estanques queantaño embellecían la escuela, el quiosco y las estatuas dehierro que todavía adornan los jardines del plantel.
En aquellos años –resaltó- los alumnos estaban de tiempocompleto en la escuela, donde además de cumplir sus obligacionesacadémicas se dedicaban a trabajar la tierra. Ellos barbechaban,cultivaban y cosechaban, actividades que –señaló- se hanperdido por el descuido en que cayó la institución educativa.
También, evocó que la disciplina al interior del plantel erarígida, pues el sólo hecho de mascar chicle, andar desfajado ofaltar a clases sin justificación ameritaba la expulsión delestudiante. Sin embargo –refiere Aguilera- exalumnos que entonceslo aborrecían o temían, ahora le agradecen esa formación.
“Así que yo tengo gratos recuerdos y reconocimiento deellos”, expresó Aguilera, quien lamentó no poder estar presenteen este cincuenta aniversario, pues se lo impide un problema desalud.
