Meoqui, Chih.- “Es una persona muy buena, muy buena gente pero yo no entiendo por qué le dispararon. A mí se me hace que ellos iban siguiendo a otros y los confundieron, entonces se dio la balacera; a mí se me hace que él le dio recio al mueble, lo confundieron y le dispararon por la espalda”, expresó consternado el señor Ramón Torres, tío de Jaime, el agricultor que fue víctima junto con su esposa de la agresión perpetrada por elementos de la Guardia Nacional.
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Cae la tarde en Estación Consuelo, poblado eminentemente agrícola que se encuentra enclavado en el municipio de Meoqui. En el velatorio municipal se reúnen la mayoría de los vecinos, quienes entran de a dos, de tres o de cuatro a la sala donde se encuentra el ataúd con el cuerpo de Yéssica Silva, la pareja de Jaime Torres que perdió la vida durante el tiroteo.
Un hombre joven canta y toca melodías religiosas con un órgano electrónico, como si intentara consolar a los dolientes que velan los restos. Ramón, el tío paterno de Jaime, accede a platicar sobre la tragedia familiar en otra sala del velatorio.
Ramón acusa que en los medios electrónicos se publicaron muchas mentiras sobre lo ocurrido, en especial la versión de que Jaime y Yéssica fueron quienes dispararon primero a los elementos de la Guardia Nacional.
“¿Su sobrino nunca ha usado armas?”, inquiere el reportero.
“No, que yo sepa no. Es un chavalo de paz, pregúntele a cualquiera que lo conoce, muy buena gente él con toda la gente, sí”, afirma don Ramón, quien recuerda que Jaime le llevó burritos y agua a los camioneros, que se quedaron varados en uno de los bloqueos de la carretera en Lázaro Cárdenas.
Menciona que la noticia del tiroteo llegó de manera inesperada a la familia, particularmente a la señora Ángela Esquivel, madre de Jaime, quien se enteró a través de la red social Facebook y entró en shock.
Refiere que su sobrino desde niño fue alguien muy alegre y juguetón, que se llevaba bien con todos y era conocido por la mayoría de los vecinos del seccional por dedicarse a trabajar la tierra y a la venta de nuez.
Yéssica, su esposa, trabajaba a la par. Lo acompañaba a todas partes, incluso lo ayudaba en las faenas rudas del campo. Ella también sabía manejar la cortadora de alfalfa y el tractor. Era una mujer, como dicen aquí en el norte, “muy luchona”. Y ella estuvo junto con él cuando la desgracia los alcanzó después de ir a apoyar a los productores que tomaron la presa La Boquilla.
Jaime ya no contará más con su compañera de vida para auxiliarlo y tendrá que criar solo a los tres hijos de ambos, quienes están bajo la tutela de su suegra mientras él convalece en un hospital de la ciudad de Chihuahua, donde sus dos hermanas y un tío materno se turnan para cuidarlo.
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