La floricultura, una actividad en extinción

La siembra de distintas variedades de flor es una tradición en las comunidades de la “cordillera” de los municipios de Meoqui y Julimes

Saúl Ponce | El Heraldo de Chihuahua

  · lunes 18 de octubre de 2021

Saúl Ponce | El Heraldo de Chihuahua

MEOQUI.- Primero fue el cierre de los panteones por la pandemia; después, la falta de agua. Actualmente, el cultivo de la flor para el Día de Muertos en la región es una actividad que se enfrenta a la extinción, pues este año la mayoría de los productores no sembraron y los pocos que lo hicieron se encuentran con la incertidumbre de si abrirán o no los cementerios.

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La siembra de distintas variedades de flor es una tradición en las comunidades de la “cordillera” de los municipios de Meoqui y Julimes, en pequeñas parcelas cerca de la ribera del río Conchos, cuyos habitantes sufrieron este 2021 la escasez de agua para regar los cultivos.

En la comunidad de Los García, Meoqui, es donde este año se concentró el cultivo de las flores de cempasúchil, bola de nieve y de la denominada “corriente”, la cual es menos delicada y por lo tanto no necesita de tantos cuidados como las demás.

Guadalupe Baeza, vecino de la localidad mencionada anteriormente, fue uno de los diez floricultores de la zona que no pudieron cultivar debido a la falta de agua para regarlas.

“Este año no hubo agua para la siembra, estuvo la cosa difícil y el año pasado pues nos pasó más o menos lo mismo: no hubo venta, por la pandemia pues nos cerraron los panteones y no hubo venta, y ahora sí va a haber venta porque abrieron los panteones supuestamente… pues no se dio (la flor) por falta de agua”, enfatizó.

En media hectárea de terreno, Guadalupe Baeza sembró el año pasado dos variedades de flor: la que localmente conocen como “corriente”, de tamaño pequeño, y bola de nieve. Esta última requiere de mayores cuidados por ser sensible a los rayos de sol, por lo que se colocan lienzos de tela blanca sobre los surcos donde crecen las plantas.

“Poníamos veinte surcos, veinticinco de cincuenta metros, ya los demás eran de veinte, veinticinco igual, unos cien metros… la poníamos en marzo (la flor), del día 10 en adelante en marzo para cosecharla ahora en noviembre”, detalló.

Una vez cosechadas, las flores tienen que venderse de inmediato, del 31 de octubre al 3 de noviembre, porque después de esta fecha ya no es posible comercializarlas. Los compradores llegan de ciudades cercanas como Meoqui, Delicias y Saucillo, aunque los agricultores también hacen ventas minoristas.

El cultivo de las flores requería hasta hace poco una inversión de quince pesos por metro, para vender la docena en treinta pesos. Pero recientemente se dispararon los precios de los agroquímicos, esenciales para el buen desarrollo de las plantas, y ahora es necesario invertir hasta cincuenta pesos por metro.

Lo anterior, aunado a que en la “cordillera” sólo cinco de los quince floricultores sembraron sus parcelas, según refirió el señor Guadalupe Baeza, podría hacer que los precios de los ramos de cempasúchil, crisantemo y bola de nieve lleguen hasta los cielos, donde descansan las almas de quienes reciben estas ofrendas cada 1 y 2 de noviembre.

Ahora, la única esperanza para los productores de flor es que no les cierren los panteones, pues ven con nerviosismo que ocurra otro posible retroceso en el semáforo sanitario y se les quede toda su mercancía, como sucedió en 2020.