Delicias.- Regresar con el título de maestra a la Sierra de Durango para impartir clases de primaria a los niños de aquella región era el sueño de Briseida Díaz Martínez, la joven estudiante de la Escuela Normal Rural Ricardo Flores Magón que falleció la madrugada de antier a causa de una neumonía atípica y cuyo cuerpo fue velado en una funeraria de esta ciudad.
Briseida apenas cursaba su segundo semestre cuando, cumplidos los 20 años de edad en marzo pasado, falleció por un mal respiratorio, lo que truncó sus planes de volver a su tierra, en el municipio de Santiago Papasquiaro, para educar a los niños de su comunidad.
Ella era originaria del pueblo de San José del Bonete. Desde aquella localidad, enclavada en la Sierra Madre, sus padres José Emigdio y Luz María llegaron antier a Delicias para despedirse de su hija, a quien velaron en la funeraria Rodríguez acompañados en su dolor por compañeras y maestras de la Escuela Normal, la otra familia de Briseida.
“Estamos muy agradecidos con la institución, que nos han apoyado mucho”, comentó la madre de la joven, a quien rindieron homenaje de cuerpo presente la tarde de ayer en las instalaciones de la escuela.
Su padre José Emigdio la recordó como una muchacha alegre, algo reservada, noble y cariñosa con los niños, de quienes se ganaba su afecto. Fue precisamente su amor a los infantes lo que motivó a Briseida a prepararse para convertirse en docente, por lo que en sus estudios siempre mostró dedicación y obtenía “casi puros dieces” en los exámenes.
Otra de las ilusiones de Briseida era salir adelante en el aspecto económico para apoyar a su familia, sobre todo a su madre, a quien le hablaba de las cosas que le compraría cuando empezara a trabajar como maestra.
El señor Díaz evocó también el carácter decidido de su hija, quien sin conocer a nadie en esta región tomó la determinación de venir a estudiar en la Normal de Saucillo, donde pronto se ganó el aprecio de sus condiscípulas y maestras. Ellas se convirtieron en una segunda familia para Briseida.
María Manuela Valles Ornelas, directora de la institución educativa, se refirió a la joven duranguense como “una niña en extremo responsable y callada”, mientras que sus compañeras la recordaron como “una persona muy bonita en todos los sentidos”, pues siempre se comportaba amable y respetuosa.
Estas cualidades hacían sobresalir a Briseida, cuya pérdida es ahora motivo de dolor para una hermandad de alumnas y docentes que ayer le dieron el último adiós, en la explanada de la escuela que atestiguó su empeño por salir adelante y servir a los niños de su comunidad.
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