La reacción empieza a recorrer el mundo: programas de desintoxicación digital, terapia para superar la adicción a los teléfonos celulares, restaurantes que no permiten entrar con celulares, y una serie de campañas para desconectarse de la tecnología y conectarse con la naturaleza y consigo mismo.
Una de las primeras recomendaciones fue la técnica de poner el celular en modo avión[1] en intervalos más seguidos y no tan sólo cuando se viaja en avión, como lo solicitan los sobrecargos al despegar la nave para evitar interferencias en los aparatos de navegación.
El autor de esa técnica afirma que “el mundo en que vivimos hoy está repleto de computadoras, teléfonos celulares e inalámbricos, tabletas y tupidas redes wifi capaces de dar cobertura hasta en el último palmo de montaña o el más recóndito bosque. Todo esto ha alterado nuestro entorno para siempre. Se habla mucho de calentamiento global y de sus efectos irreversibles, pero también la escalada electromagnética de nuestra sociedad puede llegar a tener efectos graves e irreversibles”.
Y aclara que no se trata de limitar nuestro uso de la tecnología, sino de dominarla realmente y de tomar el control. El modo avión es hacer un uso moderado y racional de las nuevas tecnologías, usarlas sólo en la medida necesaria y desconectarlas siempre que no hagan falta y sea posible.
En el portal DonWeb.com, que trata temas relacionados con la red, se establece que estar o no estar conectados parece ser la cuestión, debido a que desde la llegada de los dispositivos inteligentes al mercado, el uso masivo de la tecnología se ha convertido en un hábito más que en una comodidad o status de vida. Afirma que los celulares se convirtieron en una extensión más del cuerpo humano para muchas personas, por lo que no consideran siquiera la posibilidad de apagarlos, tanto como nadie piensa en quitarse una mano o quedar sordo.
Desconectar es desintoxicar
Recurriendo a uno de los principios de la teoría de Marshall McLuhan, fue muy claro al señalar que el hombre creó y modeló las herramientas, pero luego éstas nos modelan a nosotros. La tecnología digital constituye un progreso inmejorable para servir al hombre, pero no para que el hombre le sirva a la tecnología.
De ser creadores hemos pasado a ser dependientes o criaturas que dependemos de la propia obra humana. Así como existe la grave adicción de codependencia de personas, ahora se da el encadenamiento a la tecnología.
Existe la sugerencia metafórica de practicar una dieta digital para evitar la obesidad de datos. El acceso y la facilidad para obtener información nos han atrapado en un ambiente de hiperinformación, que por la cantidad y la rapidez con que se genera somos incapaces de asimilarla y sólo nos ha llevado a esa obesidad informativa. Consumimos y consumimos, pero no asimilamos ni procesamos, porque padecemos de una congestión informativa.
E inclusive ya existe el término de “infoxicación”, como una forma de describir el exceso contaminante de mucha información. O en otras palabras, es una forma de expresar la intoxicación por tanta información. Las redes sociales son ya uno de los receptores principales de todo tipo de información: buena, mala, excelente y basura, que se mezcla y se confunde.
Por eso, ante la hiperconectividad que vivimos, se requiere una desintoxicación basada en desconexiones voluntarias periódicas, principalmente de los teléfonos celulares.
En varios sitios y libros existen las recomendaciones o consejos para practicar un digital detox o también llamada “dieta informativa”, que va desde eliminar de las pantallas de los celulares las aplicaciones que no sean esenciales, pues en ocasiones saturamos de cuanta aplicación nos llega por correo o nos recomiendan, lo que hace que estemos atrapados. También recomiendan desactivar las notificaciones de algunos temas que nos interesan o despiertan curiosidad, con la certeza de que podemos perfectamente vivir sin ellas.
Por supuesto que entre la receta está el utilizar más seguido y por las noches el modo avión, donde se corta la interferencia de ondas magnéticas que afectan a nuestro organismo, y seleccionar con mayor cuidado y seriedad las fuentes de noticias que queremos consultar, que sean de medios de comunicación serios y reconocidos, evitando el famoso carrusel de portales digitales donde se brinca de un lado a otro, buscando el escándalo o rumor sin fuente ni sustento.
¿Cómo saber si somos candidatos a someternos a una desintoxicación digital?
Joseba Cortázar, director de comunicación del grupo HomeAway, lo plantea así:
“Si no puedes prescindir de tu celular ni un minuto, te desesperas cuando te quedas sin cobertura, revisas constantemente tu correo electrónico, tienes tu teléfono inteligente y tableta inundados de aplicaciones y sientes la imperiosa necesidad de hacer check-in en cuanto pisas un restaurante, fotografiar el menú para subirlo a Instagram y dejar tu opinión y en ese proceso te olvidas de disfrutar tu cena, entonces, eres un candidato perfecto”.
Reglas de etiqueta digital
La Redacción de la revista Glamour de fecha 9 de noviembre de 2015 publicó lo que podría llamarse las reglas de etiqueta en la era de los celulares.
La primera, establece que si estás en un lugar tranquilo o con poco espacio vital como un elevador, el gimnasio, transporte público, sanitario o sala de espera, ¡no hables por teléfono!, porque es terriblemente molesto para los demás enterarse de tu vida. Además nunca sabes junto a quien estás, podría ser contraproducente.
La etiqueta digital siguiere apagar el celular durante eventos y cenas. ¡Vive el momento! Si de verdad es demasiada tortura para ti, al menos asegúrate de tenerlo en silencio.
La tercera regla es que por más lindo y cool que sea tu celular, no debes colocarlo sobre la mesa cuando estás comiendo. Su lugar es en tu bolsa o bolsillo. Además, recuerda que es un nido de bacterias.
Cuarta regla que sugiere la revista Glamour: "Hola. ¿Cómo estás? Ahora no te puedo contestar, pero deja un mensaje después del tono con tu número de teléfono y me comunico contigo cuando pueda. Bye, bye. Besos". A estas alturas de evolución en el uso de celulares, ¿crees necesario todo este rollo? No. Un simple “beep” es más que suficiente.
Si eres de los que les gusta tener un
ring tone o tono personalizado, piénsalo dos veces. La primera vez que lo escuchamos es gracioso, la segunda es tolerable, pero la tercera... Mejor utiliza un sonido genérico o pon tu celular en vibrar.
La sexta regla dice que está prohibido terminar una relación por mensaje de texto y menos por redes sociales. Tampoco se te ocurra comunicar la muerte de alguien usando alguno de estos dos medios. Hay ocasiones en que hablar las cosas cara a cara -o mínimo por teléfono- sigue siendo vital.
Y por último, NO ESCRIBAS MENSAJES EN MAYÚSCULAS. Parece que estás gritando y resultan difíciles de leer. Mejor recuerda las reglas de la buena ortografía. Tus mensajes se verán mucho más chic.
Aparte de esas reglas de etiqueta digital, lo ideal sería ir practicando gradualmente la desintoxicación digital, con apagones más periódicos del celular, con apagones totales en las noches para desconectarnos del celular y conectarnos con nosotros mismos y los demás.
[1] León, Pere (2015) Vivir en modo avión, editorial Urano, Barcelona, España