Llegaron temprano a la sala de juntas de El Heraldo de Chihuahua. Se presentaron dos personas: un político originario de la zona conocida como el triángulo dorado y el hijo de un capo, ya arrepentido por la tradición de la familia de dedicarse a la siembra y tráfico de droga. Sin rodeos plantearon algo inédito: los señores de la droga de la zona habían acordado abandonar la producción de amapola para migrar a otro tipo de producción. Sonaba increíble, pero lo reiteraron: existe plena disposición para renunciar al cultivo de adormidera y crear medios de subsistencia alternativos: el aguacate. Esperanza para una región cooptada por el narcotráfico.
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Francamente nos sorprendió su fresca propuesta cuando sabemos que el problema de drogadicción es una epidemia, de acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) 275 millones de personas en el mundo consumen drogas (5.6% de la población mundial).
Se programó la visita: “el viernes a las 7 de la mañana nos vemos en el hangar”
Como se acordó, el viernes a las 7 de la mañana llegamos a un hangar del aeropuerto de Chihuahua y abordamos, pasadas las 7:25 horas, una avioneta Cessna 206 con sólo tres pasajeros: el reportero Salvador Moreno, el piloto Leonel y un servidor, directo al triángulo dorado; el despegue fue terso, nada de turbulencia… “en una hora y media llegamos al lugar”, exclamó el piloto, que volaba la avioneta a 10 mil 500 pies sobre el nivel del mar.
Ya “a la altura de Nonoava” la nubosidad era densa, el avión se desplazaba “entre nubes de algodón”. La torre de control y los pilotos en la radio advertían de la imposibilidad de aterrizar en la zona “no se ve nada”, insistían ante los cuestionamientos de Leonel, “ni en El Zorrillo se puede bajar, no hay condiciones”. El Zorrillo es la mejor pista de la zona, enclavada en Guadalupe y Calvo, pavimentada y de 1.2 kilómetros de largo, en las faldas del cerro Mohinora, el más alto de Chihuahua.
Sobrevolamos El Palmito varios minutos, sólo se alcanzaban a observar los picos de las montañas, en su esplendor la Sierra Madre Occidental, de pronto Leonel hace ademanes y dice, “mire, se está abriendo una rendija entre las nubes, por ahí podemos bajar”. Apuntando con su índice derecho y preparándonos para emociones fuertes Salvador y yo, mirábamos lo majestuoso de la Sierra, y sujetábamos con fuerza el cinturón de seguridad, como si eso nos diera certeza de un buen aterrizaje”, cruzamos un nuberío y de pronto frente a nosotros estaba una pista de terracería al pie de un cerro, mide como 300 metros, “sin problemas vamos a aterrizar”, afirma Leonel.
Un jeep y una pick up se veían a lado de la pista, esperando que aterrizáramos; buen aterrizaje, sin sobresaltos, ahí mismo reconocí la calidad del piloto, su conocimiento de la sierra y su pericia para bajar en esas condiciones climatológicas; me acordé de cómo el Papa, cuando llega a algún lugar fuera de Roma, desciende del avión y se inclina y besa la tierra –tierra es tierra- pensé, pero después de los minutos de emociones fuertes, descendimos de la aeronave y fue el ingeniero Noel Chávez, alcalde de Guadalupe y Calvo, quien estaba en el Jeep esperándonos.
De la pista nos trasladamos a una construcción de gran sombra, que en el futuro será una bodega de embarque de aguacate; desayunamos gorditas de harina con machaca, con frijoles y con chicharrón, también se preparó pollo estilo Sinaloa, ese fue el menú, café, agua y refresco.
Después de los sagrados alimentos, se incorporan con nosotros técnicos y el propietario del predio en donde aterrizamos, iniciamos un recorrido por un inmenso terreno, revisamos cientos de árboles, tan sólo 15 mil en ese terreno, es el más importante por el momento de un particular, todo equipado, pozos, sistema de riego por goteo en cada árbol, una gran pila de almacenamiento en la parte superior de la montaña para riego por gravedad y decenas de trabajadores que en esos momentos aplicaban revisión preventiva, control de maleza y de plaga con productos que no perjudican al medio ambiente.
“Me he reunido con los diferentes familias que por años se han dedicado al cultivo y compraventa de amapola en esta zona del llamado triángulo dorado, ofreciéndoles este nuevo programa de desarrollo alternativo, ellos tienen la tierra, el agua, el recurso económico y la presidencia municipal se ha comprometido a la asesoría técnica, he convencido a los líderes y ellos han iniciado esta nueva empresa”, detalla el alcalde Noel Chávez.
“La producción por árbol de la variedad de aguacate Hass es de 100 kilos por año, el árbol tiene producción tres veces al año; en estos momentos tenemos ya sembrados 40 mil árboles en 100 hectáreas; en los próximos diez años estaremos trabajando sobre 3 mil hectáreas con 1 millón 200 mil árboles en producción”, informa el edil.
Con estudios universitarios en Ingeniería Forestal, el alcalde afirma: sembramos aguacate de la variedad Hass, porque es de alta calidad, se comercializa bien y aquí en la zona tenemos un clima cálido húmedo, selva baja subcaducifolia, justo el que se necesita para esta actividad.
Acompañado de dos personas, don José Salgueiro me ve directo a los ojos y con claridad dice: “ya estamos cansados de tanta violencia, ya queremos vivir en paz, nuestras familias quieren paz y por eso estamos iniciando el cultivo del aguacate; ya contraté a cientos de trabajadores que me ayudaron a plantar 15 mil arbolitos en esta primera etapa”.
MZ: ¿Por qué aguacates por amapolas?
JS: Mi familia tiene décadas en esta región, tenemos liderazgo y queremos ya estar en paz; dedicarnos a una nueva actividad que permita obtener ganancias lícitamente y que también se pueda ayudar a los habitantes de la esta zona; nosotros ahora que plantamos estos 15 mil árboles contratamos a cientos de personas para hacer las fosas, conectar las mangueras del sistema de riego, perforar pozos, construir las piletas y tener el cuidado de los árboles.
MZ : ¿Qué le solicitaría al Presidente de la República?
JS: Si estuviera frente a mí el Presidente de la República lo trataría de convencer para que pusiera a disposición de los agricultores, de los hombres del campo, programas, dinero que fuera financiamiento para desarrollar este tipo de proyectos, que se aplicaran en las zonas más pobres de México para generar proyectos como estos; aquí, para la producción de aguacate aún faltan más recursos económicos, hay que concluir una carretera, hay que terminar las bodegas y centros de acopio, hay que apoyar a los pequeños productores para que planten sus árboles y hay que reforzar el vivero.
MZ: ¿Por qué donó el vivero de 20 mil árboles de aguacate?
JS: Mire, yo considero que debemos regresar a nuestra región, a nuestros vecinos parte de lo que Dios y la vida nos ha dado, yo contraté a cientos de personas para que me ayudaran a plantar árboles de aguacate y junto con ellos estuve pendiente de que nos les faltara nada; el pago a tiempo, que comieran bien y que trabajaran las horas justas; el vivero lo hicimos con plantas que compramos en Michoacán, de la variedad de aguacate Hass y son para ellos, se les entregan de forma gratuita, pero hacen el compromiso de hacer productiva su tierra; yo les ayudo en todo.
Las palabras de don José llegan al alma. Lo mismo sucede con las de Noel Chávez, quien con gran emoción comparte: “Yo nací aquí, y te parte el corazón cuando hago recorridos por diferentes rancherías y observas a los lejos familias enteras trabajando en el cuidado de la amapola y a niños participando en el proceso para generar la goma de opio”.
Partí convencido de algo: pronto en los mercados locales, nacionales e internacionales estaremos consumiendo un sabroso aguacate cultivado en el triángulo dorado.
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