CD.JUÁREZ, Chih.- Cientos de paisanos hicieron fila desde temprana hora, algunos se quedaron a dormir ahí, en los módulos del Kilómetro 30, con la única intención de obtener permiso para viajar al interior del país y pasar Navidad en compañía de sus familias; sin embargo, se encontraron con una serie de trabas burocráticas que les impidió seguir su camino, como el caso de la familia López, provenientes del estado de Arizona, que por falta de sus pasaportes no pudieron llegar a Durango.
De California, Arizona, Texas, de otras latitudes, llegaron cientos de personas a tratar de conseguir fianza y permiso para trasladarse a distintos puntos de México, la gran mayoría residentes con varios años viviendo en la unión americana.
Sin embargo, fueron varios los impedimentos o filtros que tuvieron que pasar, tras durar horas esperando a que los atendieran, como el caso de Armando López, quien hizo nueve horas desde Arizona para encontrarse al lado de su familia, dos hijos y su esposa, que no podían adentrarse al sur por falta de pasaportes, “un error involuntario que no creía que necesitaríamos”, dijo en tono triste.
“Tendremos que regresar, no hay de otra”, refirió cabizbajo.
“Aunque no nos perdonan las copias de la documentación, es necesario tener todo a la mano”, dijo don Pedro, quien se mostró decepcionado del trato que las autoridades mexicanas brindan a los paisanos, a pesar de tanta publicidad y deseos de ayudar, insistió.
Él viajaba a Torreón, Coahuila, y pagó 400 pesos por el permiso y 400 dólares de fianza para internar su camioneta Ford Lobo.
A Mazatlán, Sinaloa, se dirigía Gloria, procedente de California, junto con su familia, duró más de cuatro horas en la fila, pacientemente esperando que le recibieran su documentación para pasar Navidad al lado de sus seres.
Un par de hombres que se formaron desde las 10 de la mañana para alcanzar un buen lugar, fastidiados por tardar tanto en llegar a su objetivo, dijeron que una mujer, “aquella chaparrita con chamarra del Servicio de Administración Tributaria, es muy grosera, ya regresó a unas diez personas, por motivos vanos e inútiles”, coincidieron en señalar, a una empleada de esa dependencia, que en tono tranquilo, pero insistente, solicitaba a cada uno de los interesados la documentación requerida para internarse al país.
Esa misma fémina indicó al reportero que su supervisor o jefe, a quien no mencionó por su nombre, se encontraba en una diligencia en el puerto de Santa Teresa y posiblemente en dos horas retornaba.
La hilera de interesados en solicitar permisos alcanzaba varios metros, mientras que sus familias aguardaban en sus vehículos o en la reducida sala de espera de esas instalaciones.
Ningún funcionario estuvo ahí para cuestionarle en torno a las quejas que a través de las redes sociales se habían estado mostrando por parte de decenas de usuarios inconformes.
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