Estudian 32 jóvenes tarahumaras en La Salle

La mayoría mujeres

Venessa Rivas

  · domingo 23 de septiembre de 2018

Gerardo Aguirre

Edith, Lucero y María Isabel son parte de las ocho estudiantes que este semestre ingresaron a la Universidad La Salle al Programa Universitario Indígena, ellas buscan convertirse en profesionistas y regresar a sus comunidades para ayudar a la gente que lo necesita.

Este semestre, en la ULSA hay 32 jóvenes indígenas estudiando, en su mayoría mujeres, quienes prefieren las carreras enfocadas a las humanidades como son Ciencias de la Familia, Recursos Humanos, Idiomas y Relaciones Internacionales y Recursos Humanos.

Uno de los retos que enfrentan las jóvenes indígenas es el nivel académico que tienen al culminar su educación media superior, por lo que los dos primeros semestres se les ayuda para evitar su deserción, se les brinda tutorías en las materias que se les dificulta, como por ejemplo matemáticas e inglés.

LUCHA POR SUS IDEALES

María Isabel Castillo González, de 21 años, eligió la carrera de Ciencias de la Familia, su idea es poder apoyar a las familias a que tengan mejor comunicación.

Esta joven se dio cuenta de la carrera gracias a una feria de oferta educativa, la primera invitación fue a la Universidad Autónoma de Chihuahua y La Salle.

"He tenido una vida poco difícil con mi familia, no quiero que las demás personas pasen por lo que yo pasé y quiero ayudarlas", comentó María Isabel, quien decidió ingresar a la ULSA este semestre escolar.

Reconoció que los primeros días fueron muy difíciles, sobre todo porque la forma de trabajar en muy distinta, "batallo mucho con computación porque allá no nos enseñan, pero me he estado esforzando".

María Isabel comentó que el inglés también es su "coco", ella será trilingüe y esa es una gran ventaja, pues tiene su lengua materna, el español y ahora se está preparando en el inglés. Sin embargo reconoce que sí le da miedo, porque en prepa sólo le enseñaron las palabras básicas y ahora en la universidad está difícil.

Esta jovencita tiene muy definida su meta y es terminar su carrera, hasta llegar a cursar un doctorado. "Quiero que todo lo aprendido me lo pueda llevar a Guachochi, porque allá hace mucha falta".

María Isabel señaló que en Guachochi las oportunidades son muy pocas, ella había pensado estudiar Psicología o Derecho, pero en Ciencias de la Familia se conjugaron las dos, porque llevan Derecho Familiar y Terapia.

De acuerdo con la información que ha recibido, el campo de trabajo es muy vasto, desde terapias, orientación vocacional, programas de acompañamiento, mediación, entre otras.

María Isabel hace poco perdió a su padre, fue víctima de la violencia. Su madre se dedica a trabajo en casa, su hermano menor cursa la secundaria, son originarios de la Laguna de Aboreachi.

Para esta joven la comunicación es muy importante, "la comunicación en la familia es primordial, cuando la familia está desunida, las muchachas tienden a meterse en problemas".
Así mismo recomendó a las jóvenes luchar por sus ideales y pensar en grande.

LE ENCANTA CANTAR Y AHORA ESTÁ ENFOCADA EN SUS ESTUDIOS

Idiomas y Relaciones Públicas es la carrera que Lucero Palma Batista eligió para convertirse en profesionista. Ella es nieta del artista rarámuri Erasmo Palma, y aunque no sabe tocar instrumentos, sí le gusta cantar, toda su vida ha estado en el coro.

Lucero tiene 20 años y afirma que desde que era muy pequeña le interesaban los idiomas, se ponía a revisar cuadernos de inglés y otros. Incluso se dio a la tarea de investigar en qué universidades podía cursar la carrera.

Ella es beneficiaria de la Fundación Tarahumara José. A. Llaguno, donde le proveyeron los folletos para revisar la oferta educativa, pero además les explicaron que podían hacerse acreedoras a una beca.

Lucero comentó que la prepa la terminó en Norogachi, comunidad de la cual es originaria. "Estudiar una carrera universitaria era mi meta, es una manera de salir adelante y ayudar a mi familia".

Su padre es agricultor y chofer de la fundación que se dedica a la alimentación; su madre es ama de casa, pues tiene 9 hermanos, 4 de ellos se encuentran estudiando la preparatoria.

Su hermana trabaja en una florería y vive con ella, el lugar donde viven se ubica a una hora de la escuela, por lo que tiene que salir desde temprano de su casa para llegar a tiempo. Se baja en
el periférico De la Juventud y Teófilo Borunda, desde ahí camina hasta llegar a ULSA.

El sueño de Lucero es aprender bien idiomas, por cierto, acababa de presentar un examen de francés para regresar a la comunidad a enseñar a los niños y niñas, para que tengan una mayor oportunidad de desarrollo.

Reconoce que las materias que más se le dificultan es Taller de Lectura y Redacción y Francés, mientras que en Inglés ya solicitó las tutorías necesarias.

AYUDAR A QUIEN LO NECESITE

"En mi comunidad hay mucha desnutrición, quiero ayudar a quienes lo necesitan", afirmó Edith Adelmira Villalobos Ramírez, de 18 años, quien cursa la carrera de Nutrición y Gastronomía.

Edith Adelmira es originaria de El Salto, municipio de Bocoyna, ella recibió la beca "Matías Mesta Soulé" de manos de Laura Ayub de Mesta, a la beca que se les otorga a los jóvenes indígenas se le dio el nombre del integrante del patronato y se hace la entrega al inicio del semestre.

La coordinadora de la Fundación Tarahumara José A. Llaguno le informó de las becas que ofrece La Salle, al principio vio la oferta, pero se dio cuenta que no podía pagar, era muy alto el costo, pero decidió aplicar para la beca y fue aceptada.

"Me emocioné, siempre pensé sí voy a ir", comentó Edith, quien desde secundaria ha estado en internados estudiando lejos de su comunidad. Esta vez no le costó tanto y afirma que se adapta rápido.

Edith vive sola, renta una pequeña casa,
"estudiar una carrera universitaria es una oportunidad de prepararme mejor".

La joven desea ayudar a quien lo necesite, "de donde soy hay mucha desnutrición y mala alimentación, me quiero ir a trabajar allá y ayudar a las personas, deben conocer que no es necesario tener mucho dinero para llevar una buena dieta, sino en saber alimentarse con lo que se tiene y se produce".

Edith está muy preocupada porque
no sabe mucho de inglés, sin embargo en el examen le ha ido muy bien. Química es una de las materias con la que más batalla, pero ya habló con el coordinador para que le brinden tutorías, pues había llevado algo de la materia, aunque ahora está difícil y debe de aprender bien porque el siguiente semestre llevará Bioquímica.

"Está difícil, pero no me voy a rendir, pondré todo mi empeño", comentó.

En el primer semestre de la carrera son 13 mujeres, todas se portan bien con Edith, ha logrado hacer mancuerna con ellas.

Reconoce que batalla un poco para conseguir los materiales de cocina, pues es bastante dinero el que se invierte. A la fecha ha aprendido a preparar fondos, salsas, cortes y hasta lasaña.

"Es importante seguir estudiando, que no se rindan, nada es imposible si lo quieres lograr, nada debe detenerte, hay muchas personas que están dispuestas a ayudarte, sólo es necesario buscarle", comentó Edith.

La joven rarámuri explicó que en la universidad hay un ambiente fraterno, donde se ha sentido como en "casa" porque son buenas personas.

Edith además práctica voleibol por las tardes. Está decidida a convertirse en una muy buena estudiante.

PROGRAMA UNIVERSITARIO INDÍGENA

Mónica Villarreal, coordinadora de Educación Continua y del Programa Universitario Indígena, explicó que desde hace 10 años la Universidad La Salle inició con el programa luego de que instituciones, organizaciones y los mismos jóvenes indígenas residentes en la Sierra Tarahumara pidieran una oportunidad para estudiar una carrera universitaria.

Recordó que en ese entonces en la zona serrana no había oportunidades de educación superior, por lo que se determinó otorgar 10 becas completas, además de ofrecerles un alimento al día, “una persona mal alimentada no rinde igual”.

A los estudiantes al inicio del semestre se les proporciona una laptop para que puedan realizar sus tareas para que no batallen. Al final del semestre se les recoge para darles el mantenimiento necesario y se les regresa al inicio de cada ciclo.

“El objetivo principal es apoyarlos y que logren culminar su carrera universitaria”, comentó Mónica Villalobos.

Para muchos de los estudiantes llegar a la ciudad es un gran impacto, extrañan a sus familias y por eso en la ULSA hacen comunidad con ellos para que se sientan acogidos en la universidad.

“El compromiso de la universidad es completo con acompañamiento desde el día 1 hasta que toman protesta en su titulación”.

De acuerdo con el programa de seguimiento con que cuentan, los becarios conocen que la mayoría ha retornado a sus comunidades a laborar, entre ellos dos chicas egresadas de Ciencias de la Familia que trabajan en Guachochi, una de ellas en la Universidad Tecnológica de la Tarahumara, donde se encarga de brindarles acompañamiento a los jóvenes estudiantes.

Otros trabajan en el DIF de Guadalupe, Fundación José A. Llaguno en Norogachi y en escuelas de educación básica.

Una de las egresadas en Ciencias de la Familia realizó un diplomado en Mediación y ahora en Guadalupe y Calvo tiene un programa de intermediación entre indígenas y chabochis.


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