Cuauhtémoc, Chih.- “Viaje al país de los Tarahumaras”, es el filme que habrá de rodarse a partir del mes de octubre, si las condiciones de pandemia lo permiten, en la región serrana de Bocoyna, informó el director Federico Ceccheti, quien convocó a la comunidad rarámuri a participar en el casting que se realiza en diferentes fechas y partes del Estado.
Inspirado en el libro escrito por un poeta francés, Antonin Artaud , en el que narra su experiencia de convivencia con los Pies Ligeros en la década de 1930, la intención del director es recrear cómo era la vida de la comunidad en aquellos años, eligiendo como locaciones las poblaciones de San Ignacio de Arareco, Choguita y las cercanías de Creel.
Para ello, explicó que están convocando a varios castings en diferentes puntos de la entidad, en donde estarán audicionando rarámuris, quienes deseen participar en la película.
Cuenta con dos personajes centrales, una pareja, él un corredor de la etnia y ella, su esposa, una mujer entre los 25 y 28 años, en cuya vida, ronda gran parte de la película.
‘El sueño del Mara’akame’ y la llamada del guía, es la ópera prima de Federico Cecchetti es, ante todo, una cinta de aventuras que nos transporta al corazón del territorio wixarika, donde un joven busca la manera de evadir su destino.
Ahora, el director mexicano, buscará adentrarse en la comunidad rarámuri, retratando el “Viaje al País de los Tarahumaras”, de Antonin Artaud, quien visitó México en 1936 y vivió entre los tarahumaras.
Cuando Artaud visita la sierra chihuahuense, estaba dispuesto a ser conducido por una conciencia distinta, pero sin entrar en las profundidades de la cultura tarahumara. Únicamente quería escapar del racionalismo europeo. “Yo no quería entrar cuando fui al peyote en un mundo nuevo, sino salir de un mundo falso”.
Las primeras impresiones que narra de su viaje al país de los tarahumaras, están impregnadas de un deseo por encontrar la naturaleza ligada al hombre. La montaña para Artaud se encuentra repleta de signos y símbolos, de formas caprichosas que no carecen de intencionalidad. La sierra y sus habitantes deben tener un mismo lenguaje, que los hace ser parte de un mismo país, geografía y hombre se unen en una misma filosofía.
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