“Encuentro una comunidad desolada… es una situación desgarradora en verdad, todas las casas están solas, los animales los dejaron a la deriva, las escuelas, la clínica y las tiendas permanecen cerradas, los habitantes indígenas no tienen víveres para sobrevivir”, fueron las palabras que expresó el padre Enrique Urzúa, párroco de la Catedral de Guachochi y encargado de la capilla de Santa Anita, tras 48 horas de ocurridos los hechos violentos en los que un joven de nombre Claudio González fuera decapitado, además, un vehículo fue calcinado y al interior del templo que recibió más de 700 disparos de arma de fuego en su fachada, fue localizada una granada y un cargador para fusil AR-15.
El sacerdote quien acudió a la comunidad de Santa Anita luego del clima de violencia que vivió la zona con el enfrentamiento armado, que se prolongó por más de una hora, compartió que al menos 150 familias de indígenas atraviesan una situación complicada, ya que no pudieron huir de la comunidad, como sí lo hicieron más de 50 familias de mestizos, quienes son los dueños de las tiendas de las cuales se pueden proveer el resto de los pobladores, quienes ahora no lo pueden hacer por el éxodo al que se vieron obligados los comerciantes.
Urzúa, quien acudió de manera inmediata al lugar, dijo sentirse sorprendido porque al llegar al poblado no se encontró con operativo alguno de las autoridades; “No hay nada de operativo, ya les dije en la Fiscalía que no hay nada y eso me sorprende que siendo un hecho tan fuerte y una balacera de más de una hora, no haya una presencia del Estado, ¿cómo va a regresar la gente?”, cuestionó.
Respecto al desplazamiento al que se vieron obligados lo habitantes, el padre mencionó que; "Son aproximadamente 200 familias las afectadas, sin embargo, Santa Anita es una comunidad pequeña que en el casco pudieran ser 50, pero la comunidad indígena es dispersa, no están todos juntos son su mayoría, es decir, el resto de los habitantes".
“La comunidad está completamente sola, yo pregunté si había más muertos y nadie de los pocos que están sabe decir algo, la comunidad indígena poco habla lo que dificulta aún más las cosas”, manifestó el representante de la iglesia católica en Guachochi.
Dijo que al arribar a la comunidad y encontrarse con un panorama desolador, ubicó a unos niños solos, ya que su madre no pudo entrar a Santa Anita, acudió a la cabecera y su regreso se complicó, por lo que decidió trasladar a los menores hacia Guachochi, entre ellos un pequeño de un año, ambos al momento de su llegada ya tenían hambre, según lo expuso el propio párroco.
Respecto a los hechos, el párroco de la Catedral en Guachochi dijo que prácticamente es un ataque directo al templo porque son demasiados balazos, sin poder cuantificar la cantidad de los mismos, ya que consideró es “inimaginable”, pero además al arribar localizó uno de los vehículos de los grupos armados que se supone es del grupo del que asesinaron al joven.
“El ataque al templo es un ataque directo a la comunidad más que a la Iglesia, sigo insistiendo lo mismo que las ocasiones anteriores, a mí me parece que contra mí no pudiera ser, la cabeza aquí creo que no tiene nada, no siento que haya algo contra mí directo, contra la iglesia directo, es más bien el amedrentamiento a la comunidad”, enfatizó Urzúa.
Refirió que el hecho de balacear el templo no es una cosa menor al ser el centro comunitario; “Es ya demasiado, no para la Iglesia sino para la comunidad, hasta ayer supimos, a mí me sorprendió que no me haya hablado alguien de la comunidad, todos estaban espantados, hasta cierto punto era entendible”.
El sacerdote mencionó que la Fiscalía se ha comunicado con él para brindar el apoyo necesario y ellos al igual que su pensar, creen que no hay un ataque directo a la Iglesia, pero también aun así, se pusieron a la orden por si algo se ofrece y si siente que necesita ayuda o resguardo.
Al ser cuestionado si solicitaría protección, el padre hizo especial énfasis en que no lo haría, pero sí solicita la protección para las localidades. “Yo para quien quisiera protección es para mis comunidades, yo no veo prudente, puede ser hasta contraproducente o cómo me vería yo con protección y las comunidades desprotegidas, eso no”.
El llamado del sacerdote fue hacia las autoridades para que hagan lo que les corresponde, que Dios les conceda la sabiduría para hacer lo correspondiente y que estén con ellos, pero de manera especial solicitó presencia permanente.
“Yo pediría presencia permanente porque ya es demasiado, ya son muchas ocasiones en las que la gente tiene que huir, regresan con miedo pero pues ahí tienen su casita, sus animales, sus cosas, vienen a la ciudad y aquí de qué viven, aquí qué hacen, esto ya es demasiado, aquí yo pediría presencia de manera permanente en estas comunidades”, narró.
Dijo que en lo que respecta a los daños en el templo se analizará si se interpone una denuncia o bien, se procede de manera legal; sin embargo, lo que más le apura es la gente y el poder llevarles víveres a las personas que se encuentran en esos lugares.
En lo que se refiere a las personas desplazadas de la comunidad, manifestó que algunas de las personas que huyeron tienen conocidos o familiares y de no ser así, se buscará la coordinación con el presidente municipal, José Miguel Yáñez, para habilitar albergues.
Publicado originalmente en El Sol de Parral