Las lluvias que se han registrado en los últimos días revivieron a la Cascada de Basaseachi, ubicada en el municipio de Ocampo, y la Cascada de El Salto, en el municipio de Guachochi.
Esta caída de agua se encuentra en la Barranca de Candameña que es parte del Parque Nacional Cascada de Basaseachi. El Salto está ubicada en el parque ecoturístico del Pueblo Mágico de Guachochi, el cual cuenta con tres tirolesas como atractivo turístico.
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Hace un mes, la zona presentaba una situación deplorable ante la sequía extrema que vive la entidad.
Las lluvias ocasionadas por el Monzón Mexicano han regresado la vida a esta impresionante cascada.
Es considerada la cascada más alta de Chihuahua y la segunda más alta del país con 246 metros de caída libre sobre la Barranca de Candameña, lo cual la convierte en la quinta más grande de América y la vigésima primera a nivel mundial.
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La cascada es uno de los principales atractivos del parque, donde se cuenta con espacios recreativos y los visitantes tienen la oportunidad de acampar, rentar una cabaña, realizar un paseo a pie o en bicicleta.
La leyenda en torno a la cascada es que Basaseachi era el nombre de una hermosa joven rarámuri. Era hija del gobernante de la Alta Tarahumara, Candameña.
La hermosura de Basaseachi atraía a varios pretendientes, por lo que el gran jefe Candameña eligió a los mejores guerreros para que se enfrentarán por el amor de la joven.
Entre esos guerreros estaba Tónachi, el señor de las cimas; Pamachi, el hombre que viene más allá de las barrancas; Areponápuchi, proveniente de los verdes valles y Carichí, de las filigranas de cara al viento.
Basaseachi estaba enamorada de uno de los contendientes, sin embargo, ninguno logró superar las pruebas que el gran jefe rarámuri puso para hacerse dignos del amor de la joven.
La tristeza de Basaseachi por haber perdido a su enamorado la llevó a la parte más alta de la barranca, inundada por el dolor y la tristeza, saltó al vacío.
Su padre ordenó a uno de los ancianos que lanzará un hechizo para que su hija no muriera. Fue así que Basaseachi se convirtió en la majestuosa cascada.
Tras las lluvias, el espíritu de Basaseachi regresó a la vida y fluye en una caída de 246 metros.