"Cada uno con lo que ha recibido de Dios debe ponerse al servicio de los demás, los dones no son para esconderlos sino para el servicio están", señaló monseñor Constancio Miranda Weckmann al presidir la misa dominical en la Catedral Metropolitana de Chihuahua.
El arzobispo de Chihuahua reflexionó acerca del evangelio, dijo que todos tienen que corresponder a las gracias que han recibido de Dios, ya sea mucho o poco, todos deberán de rendir cuentas.
➡️ Recibe las noticias directo a tu celular. Suscríbete aquí a nuestro canal de WhatsApp
Ante la feligresía católica mencionó que la parábola de los talentos del evangelio de San Mateo, los siervos son los seres humanos, los talentos son las condiciones, cualidades, capacidades, inteligencia, el amor, el hacer felices a los demás y los bienes materiales que Dios les ha dado. El tiempo que dura el viaje del amo es la vida de cada ser, su regreso inesperado es la muerte y la rendición de cuentas es el juicio para entrar en el banquete que es el cielo.
En el evangelio el amo les da a tres de sus servidores diversos talentos, el que menos recibe son 50 kilos de plata y el que más recibe 250 kilos, sin embargo todos deben de esforzarse por multiplicar esos dones otorgados. “El Señor nos ha dado mucho, son bienes incontables y nos enseña a que todos tenemos que corresponder a las gracias que hemos recibido”, destacó el jerarca de la iglesia católica.
Llamó a los católicos a multiplicar esos dones y talentos de manera esforzada durante toda la vida, para que puedan fructificar en beneficio de los hermanos, a la vez ponerlos al servicio de Dios.
Destacó que hay que poner el tiempo, los deberes familiares, el cuidado del medio ambiente, los conocimientos adquiridos, la gracia que reciben en la misa y en los sacramentos, el respeto a la vida de los demás y sobre todo el trabajo para la extensión del reino de Cristo.
El arzobispo exhortó a la audiencia a ponerse en manos de la Virgen de Guadalupe, su querida y bondadosa madre, para que los acompañe durante el caminar de la vida.
A la vez, la feligresía se unió en oración por la iglesia diocesana, por los jefes de las naciones para que les conceda buscar el bien común, por lo que sufren a causa de la enfermedad, hambre o pobreza, por los que estaban reunidos para que cuando termine el peregrinar en este mundo Dios los reciba en su banquete celestial.