/ domingo 2 de septiembre de 2018

Insoportables dolores mantienen postrada a niña de 12 años

En el IMSS ya no quieren atenderla y se niegan a realizarle un examen

Un intenso dolor en las piernas, pies, espalda, brazos, cabeza, convulsiones y taquicardias mantienen postrada en una cama o silla de ruedas a Diana Sarahí, de 12 años de edad. Su calvario comenzó dos días después de recibir la segunda dosis de la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), hace dos años, y actualmente el IMSS le ha retirado la ayuda por ser un caso difícil y no contar con presupuesto.

“Le desgraciaron la vida a mi hija, tenía toda una vida por delante, muchos sueños por cumplir”, expresó Carmen Rubí López, madre de Diana, quien requiere comprar siete medicamentos por mes para aliviar el dolor de su hija, pero el costo tan sólo de uno asciende a más de seis mil pesos.

Diana disfrutaba de las actividades extracurriculares y era una aficionada de obtener buenas calificaciones. Su promedio en la primaria permaneció por arriba de nueve y gustaba de participar en equipos de futbol, practicaba danza folclórica, baile de hawaiano, tocaba la guitarra, patinaba, en una ocasión fue reporterita de El Heraldo de Chihuahua y era candidata a participar en la Olimpiada del Conocimiento en sexto grado.

Toda esa energía le fue arrebata a los nueve años con seis meses, cuando acudió a la Clínica 12 del Instituto Mexicano de Seguro Social con la finalidad de cumplir con las vacunas establecidas en su cartilla, era el momento de aplicar el refuerzo para el VPH. Diana y su familia jamás imaginaron que dos días después un dolor en su cuerpo aparecería para ya no detenerse.

“Comenzó a decirme que le dolían las piernas y la cabeza, al principio pensamos que era cansancio por los entrenamientos de danza pero el dolor se hizo más fuerte hasta que decidimos llevarla al hospital, le dieron ketorolaco y no le realizaron ningún estudio”, explicó Carmen. La ingesta del medicamento continúo durante todo un año, pero el dolor de Diana fue aumentando hasta el punto de inmovilizarle las extremidades inferiores por lo que debió renunciar a la escuela.

Los estudios médicos comenzaron sin poder definir con exactitud la causa del dolor hasta que un doctor se sinceró con la familia: “hizo cuentas de las fechas, de los síntomas y la rutina de mi hija; nos dijo que él había estudiado acerca de los efectos de la vacuna del VPH y que esa fue la causa, después, dos doctores más le dieron la razón”, explicó Carmen.

Por desgracia, el diagnóstico de los médicos no garantizó un tratamiento efectivo, pues los medicamentos continuaron siendo para bajar el dolor, aunque en ocasiones el personal del Hospital Morelos se negó a creer en el sufrimiento de Diana. Según explicó su madre, fue mandada a terapia sicológica, a consulta con siquiatría, las enfermeras le preguntaban acerca de un embarazo no planeado debido a las fuertes nauseas que presentaba e incluso una doctora se negó a brindarle medicamento: “A mi niña le llegaron a querer aplicar agua en el IMSS, le dijeron que el dolor era mentira y ordenaron a las enfermeras a ponerle agua inyectable, pero la enfermera se negó a cumplir la orden. Después de esto nos mandaron a sicología y a siquiatría”.

En vista de que el dolor no desaparecía, Diana fue sometida a dos quimioterapias durante el año pasado, pero tampoco dieron resultado. Ahora utiliza dos parches de morfina, con diez miligramos cada una, además de las necesarias dos inyecciones directamente en la cabeza, pero el dolor continúa, no cesa en ningún momento del día. El roce más mínimo la lastima, sus sábanas le erosionan la piel y bañarse se vuelve cada vez más difícil pues la piel de su espalda y brazos comienzan a dolerle igual que las piernas.

“En IMSS nos dijeron que no saben qué hacer con ella, agotaron todos sus recursos; nos mandaron a Torreón pero el doctor explicó que es un caso muy difícil y no hay nada que hacer. Sólo nos queda una neuróloga que nos manda a hacerle estudios, pero el Seguro Social no los quiere subrogar ni aplicar con el pretexto de que no son urgentes y el medicamento que la doctora nos receta tampoco me lo dan, me dicen que sólo dan medicinas del cuadro básico”, explicó Carmen.

Son siete medicamentos los que la neuróloga receta a Diana con la finalidad de calmar el dolor, los cuales deben de ser comprados en laboratorios externos, uno de ellos tiene un costo de seis mil 500 pesos, el cannabidiol en aceite, compuesto químico que se encuentran de forma natural en la planta de marihuana.

Además de los medicamentos, Diana debe de realizarse un estudio visual, pues comienza a presentar debilidad visual, y uno de exoma de ADN, para los cuales el IMSS mencionó no contar con presupuesto. “Queremos saber si hay un tratamiento para que la enfermedad no avance, pero del Seguro dijeron que no tenían presupuesto y luego argumentaron que no eran de urgencia”.

Carmen se vio en la necesidad de dejar de trabajar por cuidar de Diana, además su hija mayor renunció a la preparatoria por contribuir al cuidado de su hermana. La familia vive de actividades recaudatorias como rifas, venta de pasteles y de alimentos entre sus vecinos.

“Hay muchas niñas que ya tienen mucho tiempo afectadas en el país y en el mundo y no encuentran la cura, comprendo que no está en los doctores o en el IMSS, pero pedimos que nos apoyen con los exámenes que nos pide la neuróloga que sólo quiere ayudarnos a saber qué hacer”, dijo Carmen.

“Siempre tiene que estar alguien conmigo por si me da una convulsión, tenemos que ir al CRIT cada semana y el gasto es muchísimo, ya batallo para comer y tomar agua. Quería ser maestra de danza folclórica, seguir con mis estudios de secundaria pero sólo soporté ir el primer día de clases porque el dolor de estar sentada era demasiado”, declaró Sarahí.

Este próximo 16 de septiembre realizarán una vendimia de tacos para poder comprar los medicamentos necesarios. Por lo que la familia invita a la ciudanía a acudir a la avenida Industrias y privada Emiliano Zapata, a partir de las 13:00 horas.

Un intenso dolor en las piernas, pies, espalda, brazos, cabeza, convulsiones y taquicardias mantienen postrada en una cama o silla de ruedas a Diana Sarahí, de 12 años de edad. Su calvario comenzó dos días después de recibir la segunda dosis de la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), hace dos años, y actualmente el IMSS le ha retirado la ayuda por ser un caso difícil y no contar con presupuesto.

“Le desgraciaron la vida a mi hija, tenía toda una vida por delante, muchos sueños por cumplir”, expresó Carmen Rubí López, madre de Diana, quien requiere comprar siete medicamentos por mes para aliviar el dolor de su hija, pero el costo tan sólo de uno asciende a más de seis mil pesos.

Diana disfrutaba de las actividades extracurriculares y era una aficionada de obtener buenas calificaciones. Su promedio en la primaria permaneció por arriba de nueve y gustaba de participar en equipos de futbol, practicaba danza folclórica, baile de hawaiano, tocaba la guitarra, patinaba, en una ocasión fue reporterita de El Heraldo de Chihuahua y era candidata a participar en la Olimpiada del Conocimiento en sexto grado.

Toda esa energía le fue arrebata a los nueve años con seis meses, cuando acudió a la Clínica 12 del Instituto Mexicano de Seguro Social con la finalidad de cumplir con las vacunas establecidas en su cartilla, era el momento de aplicar el refuerzo para el VPH. Diana y su familia jamás imaginaron que dos días después un dolor en su cuerpo aparecería para ya no detenerse.

“Comenzó a decirme que le dolían las piernas y la cabeza, al principio pensamos que era cansancio por los entrenamientos de danza pero el dolor se hizo más fuerte hasta que decidimos llevarla al hospital, le dieron ketorolaco y no le realizaron ningún estudio”, explicó Carmen. La ingesta del medicamento continúo durante todo un año, pero el dolor de Diana fue aumentando hasta el punto de inmovilizarle las extremidades inferiores por lo que debió renunciar a la escuela.

Los estudios médicos comenzaron sin poder definir con exactitud la causa del dolor hasta que un doctor se sinceró con la familia: “hizo cuentas de las fechas, de los síntomas y la rutina de mi hija; nos dijo que él había estudiado acerca de los efectos de la vacuna del VPH y que esa fue la causa, después, dos doctores más le dieron la razón”, explicó Carmen.

Por desgracia, el diagnóstico de los médicos no garantizó un tratamiento efectivo, pues los medicamentos continuaron siendo para bajar el dolor, aunque en ocasiones el personal del Hospital Morelos se negó a creer en el sufrimiento de Diana. Según explicó su madre, fue mandada a terapia sicológica, a consulta con siquiatría, las enfermeras le preguntaban acerca de un embarazo no planeado debido a las fuertes nauseas que presentaba e incluso una doctora se negó a brindarle medicamento: “A mi niña le llegaron a querer aplicar agua en el IMSS, le dijeron que el dolor era mentira y ordenaron a las enfermeras a ponerle agua inyectable, pero la enfermera se negó a cumplir la orden. Después de esto nos mandaron a sicología y a siquiatría”.

En vista de que el dolor no desaparecía, Diana fue sometida a dos quimioterapias durante el año pasado, pero tampoco dieron resultado. Ahora utiliza dos parches de morfina, con diez miligramos cada una, además de las necesarias dos inyecciones directamente en la cabeza, pero el dolor continúa, no cesa en ningún momento del día. El roce más mínimo la lastima, sus sábanas le erosionan la piel y bañarse se vuelve cada vez más difícil pues la piel de su espalda y brazos comienzan a dolerle igual que las piernas.

“En IMSS nos dijeron que no saben qué hacer con ella, agotaron todos sus recursos; nos mandaron a Torreón pero el doctor explicó que es un caso muy difícil y no hay nada que hacer. Sólo nos queda una neuróloga que nos manda a hacerle estudios, pero el Seguro Social no los quiere subrogar ni aplicar con el pretexto de que no son urgentes y el medicamento que la doctora nos receta tampoco me lo dan, me dicen que sólo dan medicinas del cuadro básico”, explicó Carmen.

Son siete medicamentos los que la neuróloga receta a Diana con la finalidad de calmar el dolor, los cuales deben de ser comprados en laboratorios externos, uno de ellos tiene un costo de seis mil 500 pesos, el cannabidiol en aceite, compuesto químico que se encuentran de forma natural en la planta de marihuana.

Además de los medicamentos, Diana debe de realizarse un estudio visual, pues comienza a presentar debilidad visual, y uno de exoma de ADN, para los cuales el IMSS mencionó no contar con presupuesto. “Queremos saber si hay un tratamiento para que la enfermedad no avance, pero del Seguro dijeron que no tenían presupuesto y luego argumentaron que no eran de urgencia”.

Carmen se vio en la necesidad de dejar de trabajar por cuidar de Diana, además su hija mayor renunció a la preparatoria por contribuir al cuidado de su hermana. La familia vive de actividades recaudatorias como rifas, venta de pasteles y de alimentos entre sus vecinos.

“Hay muchas niñas que ya tienen mucho tiempo afectadas en el país y en el mundo y no encuentran la cura, comprendo que no está en los doctores o en el IMSS, pero pedimos que nos apoyen con los exámenes que nos pide la neuróloga que sólo quiere ayudarnos a saber qué hacer”, dijo Carmen.

“Siempre tiene que estar alguien conmigo por si me da una convulsión, tenemos que ir al CRIT cada semana y el gasto es muchísimo, ya batallo para comer y tomar agua. Quería ser maestra de danza folclórica, seguir con mis estudios de secundaria pero sólo soporté ir el primer día de clases porque el dolor de estar sentada era demasiado”, declaró Sarahí.

Este próximo 16 de septiembre realizarán una vendimia de tacos para poder comprar los medicamentos necesarios. Por lo que la familia invita a la ciudanía a acudir a la avenida Industrias y privada Emiliano Zapata, a partir de las 13:00 horas.

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