Invaden calles los negocios de comida

Competencia desleal para los establecidos y riesgo de salud para los clientes

Venessa Rivas

  · sábado 10 de noviembre de 2018

Daniel Acosta

Puestos ambulantes y restaurantes callejeros han proliferado en los últimos meses sin que la autoridad municipal y la Coespris regulen esta práctica, pues en algunos sitios no se cuenta con espacios para lavarse las manos.

En la zona de la avenida La Cantera y en Campobello la cantidad de puestos callejeros han crecido bajo la complacencia de las autoridades municipales, esta competencia desleal afecta a los restauranteros establecidos, que tienen visitas de inspección de la Comisión Estatal para la Prevención contra Riesgos Sanitarios, además de que pagan impuestos y reciben sanciones de la Subdirección de Gobernación.

En los últimos meses, las autoridades, sobre todo la municipal, han sido laxas o permisivas, primero de la invasión de la vía pública y terrenos públicos por puestos de comida, y dar permiso para operar restaurantes en carpas o puestos en terrenos privados, donde nadie les exige ni regula nada. Incluso en la avenida de La Cantera hay puestos que acaparan parte de la vía.

Si se compara con un establecimiento donde se vende comida, tienen que sujetarse a la regulación que existe, que va desde acudir a la Dirección de Desarrollo a Urbano y Ecología para realizar trámites engorrosos, tardados y costosos, pues se habla de más de 60 mil pesos porque debe de involucrarse a un perito.

Además deben de cumplir con los lineamientos de Protección Civil, en tiempo pueden llevarse hasta 6 meses para poder abrir el espacio y erogar más de 50 mil pesos en equipo de diferentes tipos como son retardantes en maderas, alarmas de humo, extintores, señalización, puertas de emergencia, luces de emergencia, entre otras.

Así mismo deben de cumplir con Coespris con una carta apertura que tiene un costo de 32 mil pesos, aunado a los requisitos que piden.

Los establecidos tienen que gastar alrededor de 200 mil pesos para abrir su negocio, más lo que se derive del acoso del SAT, Finanzas de Gobierno del Estado, IMSS, Infonavit, Profeco y hasta la JMAS que exigen trampa grasa para los restauranteros.

Aunado a que en el establecimiento se debe de contar con un determinado número de baños en función del número de clientes y estacionamiento.

Mientras que a los ambulantes no se les pide nada, pues hay puestos donde ni baños hay.

Esta situación tan dispareja ha ocasionado que muchos empresarios del ramo decidan cerrar sus negocios.