La mañana del viernes, Gustavo, un migrante procedente de Colombia, contó todo lo que tuvo que pasar para poder llegar hasta esta frontera.
“Ayer llegamos y unas muchachas nos querían secuestrar, nos bajamos del tren y ellas estaban en una camioneta, nos dieron confianza porque dijeron que eran de una fundación, Dios te Bendiga y nos subimos”, contó el migrante.
“Pensamos que íbamos a una fundación para que nos dieran ayuda y resultó que nos llevaron a unas montañas por lo alto, por el mirador; empezaron a preguntar que de dónde venimos, qué si teníamos familia y sospechamos”, dijo. Para escapar inventó que tenía que ir al baño, pero no se pararon y en el primer semáforo abrió la puerta y se bajó corriendo.
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En Tapachula vivió lo mismo, lo secuestraron por un día porque pagaron mil pesos con puras monedas, ya que vendían paletas para sobrevivir.
Fue el jueves que el colombiano y su esposa venezolana llegaron en el tren hasta Ciudad Juárez. En Colombia él era soldador de profesión, pero luego emigró a Ecuador y allí lo empezaron a extorsionar y tuvo que dejar su negocio y huyó para tratar de llegar a Ciudad Juárez.
El escuchar a otros connacionales que en Estados Unidos hay trabajo y les va bien lo motivó a subir hasta esta frontera.
Publicada originalmente en El Heraldo de Juárez