El cultivo de calabacita registra un incrementó de 10 por ciento cada año, debido a que se trata de un producto que crece bajo el amparo del intenso sol. En el desierto de Samalayuca hay alrededor de 80 productores que aprovechan los beneficios de la tierra y los sistemas de riesgo de Israel.
Javier Meléndez Cardona, productor de Samalayuca resaltó que la calabacita resultó de un proceso de reconversión de cultivos, ahora en el ciclo otoño-invierno experimentarán con ajo, cebolla, cilantro y rábano, con la intención de que los agricultores puedan obtener algunos recursos y aprovechar el frío.
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Javier Meléndez destacó que mientras algunos cultivos el sol les afecta, a la calabacita le beneficia, al grado que entre más exposición tenga de sol se desarrollan mejor las plantas. “Cada vez que el cielo está más despejado y existe poca humedad, es más propicio para el desarrollo de la calabacita, contrario arresto de los cultivos”.
La calabaza crece más en climas calurosos y secos, lo que permite a los productores de Samalayuca una cosecha abundante, a diario, salen dos tractocamiones cargados de calabacita con 50 toneladas hacia la región de Sonora, donde se reempacan y se llevan hacia los países asiáticos.
El 80 por ciento de la producción se va a Sonora, el 20 por ciento se queda para consumo local, principalmente para Juárez y algo para Chihuahua. La mayor producción se va a Sonora debido a que cuenta con el mercado nacional y extranjero de calabaza, justos los meses que producen en el desierto de Chihuahua en Sonora no hay producción por el clima, es entonces que para cumplir con los compromisos de mercado, depende de la producción de Samalayuca.
Javier explicó que todas las tierras de cultivo cuentan con algún esquema de tecnificación de riego como los que se usan en Israel, como son cintillas, agribon, acolchado y microaspersión, las cuales han sido adaptadas el desierto chihuahuense.
“Todas las técnicas israelitas las hemos ido adaptando a nuestra circunstancia y ha dado bastantes resultados”.
El productor recuerda que antes cultivaban granos básicos y algodón, pero con la reconversión, le “atinaron” con la calabacita, la cual es de calidad de exportación, con un tamaño de entre 10 y 12 centímetros, a fin de que cumpla con los parámetros.
Los productores ahora siguen experimentando con otros cultivos alternos, como lo son ajo morado y betabel, donde han obteniendo buenas cosechas.
“Es muy probable que lo adoptemos porque queremos tener cultivos de invierno para no depender solo del ciclo primavera-verano, estamos experimentando principalmente con el ajo morado, que sería para cubrir el mercado local”.
Javier Meléndez destacó que una de las ventajas que tienen es que se encuentran muy cerca de Ciudad Juárez, la urbe más grande del estado, donde existe un alto consumo.
A la fecha, cuenta con mil hectáreas en producción de hortalizas y 3 mil 500 hectáreas de plantación de nogal, se trata de una región productora pequeña. Además cuentan con parcelas demostrativas de granada y de vid debido a que están tratando de que otros productores, sobre todo los de nogal, tengan una opción distinta para su plantación.
Destacó que entre los frutales que pueden estar mejor adaptados a las condiciones agroecológicas de la región destacan el durazno, membrillo, vid y granada.
A la fecha, se registra un crecimiento de 10 por ciento en el cultivo de calabaza, “Ha ido creciendo gradualmente, un 10 por ciento de apertura de más tierras al cultivo”.
Este crecimiento se lo atribuyen a que los productores van conociendo mejor el cultivo en cuestiones de fertilización, riego, uso de semillas mejoradas y la biotecnología.
Los campos de calabaza de Samalayuca impresionan a cualquiera, pues las plantas alcanzan poco más de un metro de altura, las cuales están en producción.
