"Quedé en medio de una balacera": Estudiante de medicina narra experiencia en la Sierra

La hoy médico residente, contó la pesadilla que vivió mientras hizo sus servicios en la localidad de San José Babícora, zona considerada de alto peligro

Liliana Torreso | El Heraldo de Juárez

  · miércoles 27 de julio de 2022

Actualmente hay al menos 26 pasantes de la UACJ realizando sus servicios en zonas de alto riesgo / FOTO: Brenda Herrera | El Heraldo de Juárez

El terror de la inseguridad y violencia que se vive en zonas sierreñas de Chihuahua, flageló los sueños de una de las tantas estudiantes de medicina, que deseaba hacer su servicio social en un lugar rural, pues tenía toda la intención de poner en práctica sus conocimientos y ayudar a personas que no tienen acceso a la atención de salud.

La ahora médico residente, que por razones de seguridad prefirió mantenerse en el anonimato, mientras platicó para El Heraldo de Juárez, la pesadilla que vivió mientras realizó su servicio social en la localidad de San José Babícora en el Municipio de Gómez Farías.

Su trabajo soñado se convirtió en una pesadilla

Cuando la UACJ, le notificó el lugar donde haría su servicio social, la estudiante estaba muy feliz, porque, su primera intención como doctora era ayudar a personas de escasos recursos que no tienen el medio para recibir atención médica, incluso le hubiera gustado trabajar ahí.

Al llegar a la unidad médica las primeras instrucciones que recibió fueron, no relacionarse con personas, no salir en la noche, en caso de que entraran personas armadas al lugar, esconderse y si la encontraban y se la llevaban no poner resistencia, ya que la regresarían y hasta con dinero extra.

FOTO: Ismael Villagómez | El Heraldo de Juárez

Después de ocho meses, escuchando eventos criminales, la doctora jamás imaginó que ella viviría esos hechos de violencia.

“En un día cualquiera escuchamos que venía gente de La Martha, que iban a hacer una balacera y fue ahí cuando quedamos en medio del terror”, dijo.

La balacera que vivió empezó a las 10:00 de la noche hasta las 6:00 de la mañana del día siguiente, todo ese tiempo escuchaban los casquillos que topaban en los muros, en las ventanas y las chispas de lumbre, ella y cuatro estudiantes más.

Para resguardarse se acostaron en el suelo de la sala, sólo escuchaban como retumbaban las balas atravesando las cuencas de árboles, los estallidos de los casquillos impactados en las ventanas, techo y muros, incluso, llegaron a escuchar estruendos tan fuertes que pensaron que eran granadas y destruirían la casa donde vivían.

“Ya en ese momento no sabía si iba a salir con vida, tenía miedo, entre la balacera nos pusimos a borrar mensajes del celular para que no nos relacionaran con gente del pueblo o si nos pasaba algo, no extorsionaran a nuestros padres”, contó.

Pensó que no sobreviviría

Aunque pensaban que no saldrían con vida, su instinto los hacia planificar maneras de escape, mientras, el caos se apoderaba de ellos, pues algunos perdieron la calma, comenzaron a gritar y a llorar, hiperventilar, por otra parte, otros estudiantes estaban en shock sin movimiento por el miedo.

A medianoche, las detonaciones pararon un momento, sin embargo, el bullicio de los criminales, se escuchaba claramente celebrando su triunfo con narcocorridos a todo volumen en sus camionetas.

FOTO: Brenda Herrera | El Heraldo de Juárez

Aunque pensaron que todo había terminado, a las 3:00 de la madrugada, escucharon criminales queriendo abrir la reja, cuando menos pensaron, ya estaban dentro del patio donde vivían.

“Cuando entraron al patio, ya estaban incendiando la casa de lado, nos dimos cuenta por que el humo nos estaba llegando, nos estábamos asfixiando, yo estaba poniendo una cobija en la entrada de la puerta para no ahogarnos, pero en ese momento me vieron los sujetos que entraron, les dije a mis compañeros, a la cuenta de tres corran a esconderse al baño”, recordó.

Por la mañana sólo oían una redila de una camioneta recogiendo cuerpos, también se escuchaban detonaciones aisladas como tiros de gracia o para rematar.

Pasadas las primeras horas del término de la balacera, los cinco estudiantes solicitaron un permiso para salir huyendo, ya que les habían avisado que los criminales tomarían las carreteras y habría más balaceras.

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“No nos sentimos seguros, apoyados, ni acompañados por nadie de secretaría, esto de irnos lo organizamos nosotros, cuando íbamos por carretera se veían las unidades de las policías quemadas y toda la carretera estaba tapizada de los casquillos de las balas, hasta que vimos el Umbral del Milenio nos sentimos a salvo”, dijo la doctora, que finalmente terminó su servicio social en un poblado cerca de Delicias.