Con la ausencia del Obispo José Guadalupe Torres Campos, justo en punto de las 3:00 de la tarde, el Padre Eduardo Hayen y el vicario Arturo Martínez Hernández y dos ayudantes de la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe iniciaron con el repique de campanas que se ofrecieron a la memoria de los padres Jesuitas Joaquín y Javier.
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Martínez comentó que este es la manera que tienen de pedir que reine la paz entre los hombres y que se dé un freno a las desapariciones forzadas en esta ciudad fronteriza.
“Muchas de las veces es por la búsqueda de la paz, buscamos que se inculque en los corazones de los pueblos mexicanos el deseo de paz, unidos también como presbiterios, que se dé un trato digno para los migrantes”, dijo el párroco.
“Este repique de campanas es para unirnos en un solo corazón, para que todos lleguemos a compadecernos los unos a los otros y sobre todo por ese clamor de paz que todos estamos haciendo”.
“Nos unimos con todos los religiosos, no solo estos padres, existen más que han perdido la vida pero sabemos de estos dos y de la crueldad con la que fueron privados de la vida, por eso necesitamos elevar nuestras oraciones”, comentó el sacerdote.
Los católicos presentes en la Catedral se sorprendieron al escuchar las campanadas, alguno oraban de pie, otros más sentados en las bancas y solo unas cinco personas esperaban en el atrio algún tipo de ceremonia, misma que no se dio.
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Entre los asistentes se encontraba la madre de un joven con reporte de ausencia desde hace tres años, mimo que se supo fue “bajado” de un autobús que salió de Durango rumbo a Chihuahua y del que hasta el momento no se sabe nada.
Finalmente, la madre de una de las desaparecidas en la ciudad se unió a las plegarias que se han realizado desde hace años, “no dejamos de pedir por nuestras hijas, hermanas, sobrinas, primas, vecinas, todas ellas que no han aparecido desde que fueron llevadas a la fuerza y que a las autoridades no les ha importado buscarlas”, enfatizó la señora Hernández.
Publicada originalmente en El Heraldo de Juárez