Todo fue llanto y consternación el medio día de ayer en el Panteón Tepeyac, en la despedida luctuosa del ingeniero Manuel Loya Quiñónez, víctima circunstancial en la balacera donde asesinaron a la ex fiscal Sully Ponce Prieto.
El cortejo fúnebre partió a las 13:15 horas de una conocida funeraria ubicada en la avenida Óscar Flores y llegó al panteón faltando 8 minutos para las dos de la tarde.
La primera en despedirse fue la mamá de Manuel, doña Evita, que estando frente al féretro preguntó:
"Por qué no abres tus ojos hijito?", al tiempo que tocaba el cristal que cubría la cara del fallecido como queriendo acariciarlo, sin embargo, el vidrio se lo impedía.
"No te preocupes hijito, ya dentro de poco estaré contigo", externo desconsolada la señora al tiempo que comenzó a llorar en los brazos de otro de sus hijos que estuvo siempre a su lado abrazándola y sirviéndole de sostén, ya que doña Eva utiliza una andadera ortopédica.
Los hermanos y hermanas del ingeniero Loya se acercaron también al féretro y uno a uno se fueron despidiendo de él.
"Vas a hacer mucha falta carnal. Te voy a extrañar muchísimo", dijo uno de los hermanos, al tiempo que iba abrazaba a la hermana mayor que estaba en un extremo del ataúd dándole la despedida a su hermano.
Un hombre se acercó al ataúd y manifestó que él fue la pareja sentimental de Loya Quiñonez al tiempo que empezó a llorar y a despedirse con palabras de amor de quién durante muchos años fuera su compañero.
Finalmente, un tío del fallecido dio lectura a una pequeña homilía por medio de la cual le pidió al altísimo que recibiera en su Santo Seno al ahora fallecido y todos confiados en la promesa de que tarde que temprano toda su familia se iba a reunir con él en el Reino de los Cielos.