Para Kenelma Juárez Baeza, enfermera supervisora en atención médica de segundo nivel del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Chihuahua, ejercer esta profesión en tiempos de contingencia sanitaria, es superar expectativas, sobreponerse al dolor y salir adelante.
A sus 37 años, madre de un pequeñito de nueve y ama de casa, ha comprendido y experimentado en carne propia, que la enfermería es fundamental para la atención de una emergencia de la magnitud como la que actualmente se vive.
Para ella, fue en esta condición emergente la que permitió que las y los enfermeros sacaran la casta, demostraran su valor, valentía y profesionalismo, por lo que han sido pieza clave en la primera línea de atención de pacientes diagnosticados con Covid-19.
Fue a los cinco años cuando Kenelma, quizás por casualidad o destino, descubrió su amor y vocación, cuando su mamá le compró un disfraz e hizo una cofia de enfermera para un desfile del jardín de niños.
Pasaron los años y se convirtió en una profesional de la enfermería, para la cual, afirma, en esta actividad no hay ningún secreto, más cuando realmente se ama lo que se hace. “Aquí hay que sacar el trabajo; el tiempo no se detiene y éste puede ser crucial y marcar la diferencia entre la vida y la muerte de un paciente”.
En esta emergencia sanitaria, las marcas que le han dejado en el rostro y en el cuerpo el Equipo de Protección Personal (EPP), “no sólo han sido físicas, si no que han calado en el alma”.
“Con el tiempo te acostumbras al dolor, a las cicatrices, pero siempre hay marcas que cada uno de nosotros llevamos y las vamos a llevar por siempre: como un nombre, una imagen, un rostro… Lejos de la marcas físicas, esta pandemia nos ha dejado enseñanzas de vida”, afirma.
Señala tajante que la mayoría de las y los trabajadores que han estado en la primera línea de atención de pacientes Covid-19 “hemos tenido pérdidas dolorosas de compañeros, de amigos, de familiares. A veces, no dimensionamos la magnitud de este virus, porque la jornada laboral te absorbe, pero cuando toca de cerca, el dolor es muy fuerte”.
En ese sentido, manifiesta que el recuerdo de sus compañeros que han muerto en el combate en esta emergencia sanitaria va a perdurar eternamente, porque fueron seres que marcaron diferencia en la atención al paciente y demostraron que el miedo no los detuvo para realizar su deber.
Kenelma formó parte del contingente que el IMSS Chihuahua envió a la Ciudad de México para la Operación Chapultepec, de atención emergente a pacientes con COVID-19. Ahí vivió una experiencia única. “Eran jornadas laborales donde salíamos exhaustos… el tiempo no alcanzaba para la carga de trabajo que había; éramos demasiados pero insuficientes”.
Finalmente afirma que “es un orgullo trabajar en el Instituto Mexicano del Seguro Social”, como enfermera y atender a quienes más lo necesitan.