La actividad física es determinante para mejorar el estado de salud de todas las personas, sin importar su edad, sexo o condición social. Se ha comprobado que entre los múltiples beneficios destacan la funcionalidad mecánica (trabajo músculo-esquelético), la función neuromuscular y la función metabólica, a lo cual, se suma que actúa positivamente sobre el sistema inmunológico como resultado del ejercicio de manera regular y dosificado. Esto último, hace posible que la AF sea uno de los principales factores de protección frente a múltiples enfermedades, incluidas las infectocontagiosas.
De acuerdo al secretario de Investigación y Posgrado de la Facultad de Ciencias de la Cultura Física de la UACH, maestro Juan Manuel Rivera Sosa, nuestro sistema inmunológico es el responsable de garantizar el “sistema de defensa” de nuestro cuerpo para hacerle frente a todos los agentes biológicos anómalos y contaminantes que al interactuar con nuestro organismo, pueden producir enfermedad y gradualmente la pérdida importante de la salud o la muerte misma.
Por lo anterior, el sistema inmunológico es vital, ya que evita que se desarrollen las condiciones que favorecen muchas de las enfermedades a las que estemos expuestos o somos susceptibles, como un contagio por bacterias y virus, como el caso de la actual pandemia por COVID-19.
Rivera Sosa señaló que la AF regular es la vacuna y acción preventiva ideal frente a las enfermedades derivadas del estilo de vida como enfermedades crónicas no trasmisibles: obesidad, hipertensión, síndrome metabólico y la Diabetes Mellitus tipo 2 (principal causa de muerte prevenible en México).
Añadió que la actividad física desde un enfoque preventivo, es un recurso ideal por ser de fácil realización, económico y accesible; puede ofrecer opciones para todas las personas al recurrir a alternativas para todos los gustos y condiciones, tanto desde el tipo de actividad, como sobre el lugar de su realización; desde nuestro propio contexto, nuestro hogar y sin necesidad de aparatos sofisticados, ni accesorios altamente especializados.
La AF más adecuada, es aquella que involucra grandes grupos musculares y que se puede realizar de manera continua a través de movimientos naturales, sencillos y de fácil repetición, por ejemplo: caminar, trotar, correr, saltar, levantar, jalar, empujar.
Sin embargo, la obtención de los beneficios de una sesión de AF depende de sus propiedades metodológicas, y sobretodo cuando su finalidad es mantener y mejorar el sistema inmune de la persona. Las respuestas de adaptación al ejercicio en los sistemas cardiovascular, musculo-esquelético, neuroendocrino e inmunológico varían con relación a la duración, la intensidad y la cronicidad, es decir, repetición con que se lleva a cabo la AF.
El ejercicio de alta intensidad es adecuado para un deportista en preparación para la competencia, donde lo importante es ser el mejor, pero este ejercicio no es lo más adecuado para una persona que persigue beneficios por salud.
Pero el aeróbico es el más recomendado por sus beneficios en el sistema cardiovascular y respiratorio, además de ser la base para todas las cualidades físicas del individuo. Sus beneficios en el sistema inmune, son amplios, siempre que se ejecute a intensidad moderada y creciente de manera gradual hacia vigorosa.
Las principales manifestaciones se traducen en el aumento de la frecuencia cardiaca, de la presión arterial y de las demandas miocárdicas de oxígeno, lo cual, es dependiente de la liberación de múltiples hormonas de estrés en sangre como: adrenalina, noradrenalina, beta endorfina, hormona del crecimiento, cortisol y una disminución de la insulina.
El especialista universitario dijo que la AF adecuada para generar beneficios para su salud, debe considerar una carga (dosis) que sea creciente, pero sin llegar a ser extenuante, ya que los niveles de estrés fisiológico que rebasen los límites que promueven los beneficios, terminan conduciendo a un estado contrario de “sobre-entrenamiento” que coloca al practicante en riesgo de lesión en el menor de los casos, hasta un estado tal donde se producen efectos contrarios como una caída del sistema inmune, decaimiento, fatiga extrema, disminución del rendimiento y con ello la susceptibilidad a contagios y enfermedades.
¿Cuál es la mejor actividad que podemos asumir en este periodo de contingencia?
De acuerdo al catedrático de la FCCF, la mejor actividad física que debemos realizar en la actual situación que nos encontramos es aquella que podemos mantener de manera continua, exigente pero sin producir una fatiga prematura ni una percepción de agotamiento extenuante.
No debe producir dolor durante o posterior a la sesión, es decir, que puede ser considerada placentera, demandante pero factible de mantener y terminar, con lo cual se cumple el principio de supercompensación: producir la mejora y generar la mejora en el organismo, lo que se traduce en un incremento de las condiciones del sistema inmune y con ello, la preparación para un estimulo similar, con mejoras en todos sus sistemas.
Finalmente, el también docente-investigador de la Universidad Autónoma de Chihuahua consideró que el estilo de vida saludable (EVS) es una demanda actual para todas las personas. Se necesita considerar un cambio hacia un EVS en el estado presente y futuro, caracterizado por una mejora gradual y creciente de hábitos adecuados de alimentación, hidratación y descanso, por utilizar de mejor manera el tiempo libre y de ocio, así como por la realización de actividad física (AF) de intensidad moderada-vigorosa, a partir de cualquiera de sus modalidades por hasta 300´ minutos (acumulados) en una semana.
“Sean activos, su organismo y su salud, lo agradecerá”, concluyó.
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