“Pero sé que algún día también me moriré. Si ahora vivo contento con mi suerte, sabe Dios qué pensaré cuando mi muerte, cuál será en la agonía mi balance, no lo sé, nunca estuve en ese trance…”.
Fue así como Alberto Cortez se despidió de la vida en Chihuahua el pasado mes de septiembre, cuando asistió a los festejos de los 100 años del nacimiento del maestro José Fuentes Mares, en un homenaje preparado por la Universidad Autónoma de Chihuahua.
El compositor argentino falleció en Madrid, después de una larga enfermedad, que aunque no le había impedido seguir con sus presentaciones artísticas en diferentes partes del mundo, sus capacidades físicas y su voz ya se veían mermadas, pero seguía cumpliendo con sus compromisos.
En septiembre del 2018 se festejó el centenario del nacimiento del chihuahuense José Fuentes Mares, en un evento celebrado en el gimnasio Manuel Bernardo Aguirre, al que asistió Alberto Cortez en atención a la amistad que mantuvo en Madrid con Fuentes Mares. La Universidad Autónoma de Chihuahua lo invitó y posteriormente se presentó un documental de gran calidad, donde Cortez platica su relación y amistad con el chihuahuense Fuentes Mares.
Alberto Cortez visitaba Chihuahua desde hace unas cuatro décadas y sus presentaciones siempre registraban un lleno total. Primero se presentó en el Auditorio Municipal, luego en el Teatro de los Héroes y su última presentación fue en el gimnasio MBA.
En ese lugar, fue su despedida. La Universidad Autónoma de Chihuahua fue la anfitriona. Compartió sus canciones poesías con los chihuahuenses, despertó la nostalgia, romanticismo y reflexión. Cortez con estudios en filosofía, trascendió en el mundo por canciones de fuerte crítica, de protesta, pero sobre todo, del ser humano en toda su dimensión. Fue el filósofo del amor y la amistad.
Al finalizar su presentación en el gimnasio MBA, el rector Luis Fierro Ramírez, acompañado de su esposa Sonia Rosas Armendáriz, le agradecieron su visita a Chihuahua, sin saber que sería la última visita, que sería enfrentar el trance de la muerte.
Y así se despidió de Chihuahua:
“Pero sé, bien que sé… que en mi viaje final escucharé el ambiguo tañir de las campanas saludando mi adiós, y otra mañana y otra voz, como yo, con otro camino, cantará a los cuatro vientos…
“Qué suerte he tenido de nacer”.
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