La edad de inicio de consumo de drogas en rarámuris ha disminuido de los 10 a los 8 años, y esto se ha convertido en una escena común en asentamientos y cruceros del primer cuadro de la ciudad, donde se pueden observar niños tarahumaras adictos al alcohol, marihuana, cristal e inhalantes, de acuerdo a datos del Centro de Integración Juvenil.
El Oasis, Sierra Azul y la Tarahumara son algunos asentamientos en los que se presenta este fenómeno, pues a diario niños y jóvenes se intoxican toda vez que ahí predomina el ocio de los varones, lo que se ha convertido en una forma de vida donde prevalecen estas adicciones entre más del 40 por ciento de los tarahumaras.
Desde los ocho años, niños tarahumaras consumen alcohol, marihuana e inhalantes, siendo escenas comunes en los 18 asentamientos que existen en la ciudad pero también en otros puntos en donde niños y adolescentes gastan el dinero, hasta 200 pesos al día.
Los asentamientos tarahumaras son además considerados un foco de infección por mismos vecinos de estos lugares, quienes señalan que además de las peleas que pueden percibir entre integrantes de las etnias y la violencia familiar, el consumo de drogas como los inhalables deriva en robos a vehículos o casas habitación, y a la misma prostitución infantil.
Una de las sustancias que consumen quienes viven en estos sitios es el ‘spok’, una bolsa de polietileno en la que se pone tinta en spray que inhalan por medio de la boca sometiendo a su organismo al pegamento, thinner, gasolina u otros inhalables.
Los asentamientos no son el único rostro de la adicción en tarahumaras, pues se estima que a la fecha son 7 mil indígenas quienes viven en la capital del estado y que de manera nómada ocupan colonias o simplemente van de un parque a otro, o en cruceros.
La actividad más común entre quienes se han separado de los asentamientos es la venta de dulces en cruceros o limpiar vidrios, y los 50 a 100 pesos que logran sacar en una mañana son gastados en la droga que consumen y que los hace no necesitar más comida y entrar en el círculo vicioso en el que cae el 45 por ciento de la población indígena.
Otro dato que revela la situación de adicción en los tarahumaras es que en el Cereso número 8 en Guachochi, de los internos que purgan una condena más del 60 por ciento lo hicieron alcoholizados o al haber consumido alguna otra droga.
73% de los 259 indígenas que se encuentran en el Cereso número 8 de Guachochi están recluidos por homicidio, 20% por delitos sexuales y 3% por delitos patrimoniales, pero destaca que el 50% de los casos, quienes cometieron los delitos se encontraban intoxicados con alcohol u otro tipo de drogas.