Consumir doce uvas la noche de Año Nuevo, al ritmo de las primeras campanadas, es una tradición originaria de España que fue adoptada por otros países, entre ellos México.
De acuerdo con el periodista Jeff Koehler, en su libro España, existen dos teorías del inicio de esta tradición. La primera establece que el origen proviene de un intento de solucionar un excedente de uvas que los productores tuvieran en la cosecha de 1909, por lo que como estrategia de venta, acompañada de un precio más bajo, extendieron la creencia de que se compartiría la buena suerte de los productores a quienes las ingiriera durante las festividades de la Nochevieja.
Otra teoría explica que en la época de 1880 la clase burguesa española, imitando a la francesa, comenzó a celebrar el Fin de Año comiendo uvas y bebiendo un vino exclusivo para el día. Al poco tiempo, la costumbre fue adoptada por las habitantes de Madrid, quienes al escuchar las campanas de la medianoche comían las uvas.
Cada uva significará un mes del año, por lo que, independientemente del origen de la tradición o la variedad de la uva, vale la pena escoger unas buenas y bien dulces para que, cada uno de esos 12 segundos, valga la pena. La tradición marca tomar las doce uvas a los pies del reloj de la Puerta del Sol, pero esto provocó tanto interés que ya en 1903 las uvas también se comían en Tenerife y poco a poco se fue ampliando al resto de España, aunque la costumbre marca que deben tomarse en la Puerta del Sol.