CD. CUAUHTÉMOC, Chih.- Hace aproximadamente un mes que Evin Orlando Quitanilla salio de Yoro Honduras, para enlistarse en la caravana de migrantes que busca llegar a los Estados Unidos huyendo de la miseria y corrupción de su país, de la que dice estar cansado y afirma que con un poco de optimismo podrá alcanzar el "sueño americano"
Un grupo de 6 personas, cinco varones y una mujer procedentes de Honduras, llegaron hasta la ciudad, donde buscaron la ayuda de las autoridades para poder continuar con su viaje, de inmediato llamaron la atención, pues aseguran ser parte de la caravana que desde hace semanas atraviesa el país en busca de llegar al vecino país.
Un grupo de seis personas, cinco varones y una mujer, procedentes de Honduras, llegaron hasta Ciudad Cuauhtémoc, en donde buscaron la ayuda de las autoridades para poder continuar con su viaje; de inmediato llamaron la atención, pues aseguran ser parte de la caravana que desde hace semanas atraviesa el país en busca de llegar al vecino país del norte.
Sentado en una jardinera de la plaza principal, junto a él un joven de apenas 18 años, Nixon Adalí, se niega a platicar cuál es su historia, a un costado maletas, cobijas y algo de ropa, es lo que los acompaña. Es Evin Orlando, de 33 años, quien platica que es soltero y que las condiciones de miseria en que se encontraba lo orillaron a irse y a cruzar la frontera junto con el resto de los centroamericanos.
Pero una vez que se encontraron en territorio nacional, el grupo con el cual ellos se trasladaban comenzó a realizar actos vandálicos por lo que decidieron separarse de la caravana y tomar el tren hasta llegar aquí a Ciudad Cuauhtémoc.
Para entonces, ya habían atravesado Chiapas y abordado el tren que los trajo hasta Chihuahua, una vez aquí, la gente les dio dinero y con ello tomaron un autobús que los dejó en Cuauhtémoc y desde este punto planean seguir su camino con rumbo a Sonora.
“Nuestros compañeros venían haciendo vandalismo, Migración nos corrió y mejor nos salimos por la técnica”, comenta Evin, quien habla sobre sus motivos para unirse al éxodo: “porque tenemos un mal gobierno. Tú trabajas para él, lo que produces no te vale. Sacas cinco o treinta cargas, lo vendes a bajo precio y cuando vienes a comprarlo, lo compras a alto precio. Porque nuestro presidente es un dictador y todo lo quiere para él”.
La pobreza, asegura el hondureño, es tal que con lo que ganan no pueden comprar ropa, no pueden hacer casa, viven en chozas y es por ello, que afirma, que ya son muy pocas las familias que quedan en Yoro, pues todos decidieron irse y comenzar a caminar con rumbo al norte.
Sus zapatos gastados, la piel quemada por el sol, cuenta su historia a simple vista, mientras que Nixon oculta su rostro de la prensa, agacha la mirada cuando Evin habla sobre su país, por un momento parece que llora, pero no es así, sólo se siente cohibido por los medios de comunicación que le cuestionan, a su corta edad, sobre el porqué está en Cuauhtémoc.
El grupo ha decidido arriesgarse a cruzar el desierto, dicen temer a Juan Orlando Hernández, presidente de Honduras, pues refieren que si sabe de ellos, les podrá hacer daño desde donde esté. Pero también conservan la esperanza de lograr la travesía.
Atravesar el desierto es una de las formas más arriesgadas para llegar a los Estados Unidos de Norteamérica, donde el gobierno de Donald Trump ya los espera con armas en mano.
Sin importar lo que suceda, seguirán su marcha, sin nadie que les espere a su llegada, pero con el corazón puesto en dejar atrás la vida de miseria que hasta hoy cargan a cuestas, “sólo, sólo sin conocer a nadie, sólo con Dios por delante”.