Siempre preocupado por que la gente humilde no pasara hambre, es así como se le recuerda al señor Rogelio de Ávila Cardona, quien partió de este mundo el 23 de enero, luego de 30 años de labor altruista.
De Ávila Cardona era de las personas que no le gustaba hacer un circo por lo bueno que hacía, como muchas personas y funcionarios que cuando realizan algo positivo, es sólo para pararse el cuello y tomarse la foto, coinciden quienes lo conocieron.
"Mi papá no quería que la gente pasara hambre, y quien se acercara con él a su tienda para pedirle ayuda, le daba comida y siempre algo de despensa”, dice Ilse, una de sus hijas.
Rogelio estaba preocupado por no poder ayudar a manos llenas, por lo cual organizaba posadas navideñas y festejos para los niños de la colonia, donde les llevaba pastel, música, dulces y comida.
"Mi papá se preocupaba porque no le alcanzaba para ayudar a todos y se empezó acercar con policías estatales, con ellos logró que le entregaran cobijas usadas que cada temporada de frío repartía", platica Ilse.
"Mi papá, empezó poco a poco con una tienda en la calle Texas, en la colonia Los Nogales; al estar rehabilitado se esforzó por hacerse de un negocio, primero con un cuarto, luego con un baño", situación que le dio cierto capital para poder ayudar a quien lo necesitaba".
Otra de las cosas que recuerda Ilse, y que quedarán para siempre en su corazón, es el hecho de que su papá juntaba 3 mil pesos en monedas y los arrojaba de "bolo" el Día del Niño, dicha situación era aprovechada por decenas de niños, principalmente de origen tarahumara, cuya condición era precaria.
Al haber sufrido de adicciones durante su juventud, encontró hace 30 años la manera de ayudar a las personas que padecieron lo mismo que él.
"Él siempre estaba preocupado por el Día del Niño y Navidad, cuando se acercaban las fechas tenía mucho trabajo y como no podía sólo, porque se preparaba en grande, nos hablaba para ayudarle a hacer las bolsitas de dulces".
"Mi papá casi a diario regalaba comida porque no le gustaba que la gente pasara lo que él había pasado"; aunque ilse reconoce que don Rogelio decía que Dios siempre le puso qué comer a través de buenas personas, pese a sus adicciones.
Rogelio perdió la batalla a los 56 años, padecía de insuficiencia renal, que se le complicó con dos úlceras que no pudieron sanarle.
"Me siento orgullosa de alguien que fue una persona que ayudó mucho, no hay palabras para describirlo", dice Ilse.
"Aunque mi papá fue adicto, nunca robó, la gente le daba trabajo, chambitas, porque le tenían confianza, era responsable".
Al dejar las drogas hace unos 30 años modificó su vida y desde ahí siempre buscó ayudar a los demás, sin esperar nada a cambio.
A don Rogelio le sobreviven su hijo mayor Rogelio de 32 años, Ilse de 28 y Valeria de 26, así como su nieta de días de nacida.
Ilse señala que su familia seguirá preocupándose por la gente que menos tiene, y seguirán el ejemplo de "el Rojo".
Otra de las anécdotas que vivieron al lado de su padre era que todos los 10 de mayo les daba un clavel rojo a las madres de su colonia.
Incluso, el día del sepelio una de las personas a las que ayudó se paró enfrente del ataúd y decía "ya no vamos a tener quién nos dé nuestra rosa del 10 de mayo".
"La frase que me decía a mí cada vez que le platicaba mis problemas ‘échale ganas mija y recuerda que Cristo te ama y el Rojo también’", finalizó Ilse.
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