Parral, Chih.- Desde la fundación de Parral en 1631, habitaban esclavos africanos, mismos que eran traídos para trabajar en las minas recién descubiertas, ya en los primeros 50 años de la ciudad se reporta un promedio anual de 18 compraventas de esclavos, y en 1657 se reporta que la mitad de los esclavos era de origen africano y el resto nacidos en México.
Según datos del Archivo Histórico de Parral, la mano de obra fue fundamental en el proceso de colonización, la importancia de las minas o haciendas dependía de la cantidad de operarios que pudieran conseguir para mantenerlas en funcionamiento.
Era posible obtenerla por medio de encomiendas, repartimientos, sirvientes libres, indios prisioneros de guerra o esclavos de origen africano.
En la época del nacimiento de Parral se resentía una caída de la población, por enfermedades desconocidas por los naturales, que obligo a importar esclavos negros o mulatos a las minas recién descubiertas de la ciudad.
Ya en el periodo de 1580-1640, los comerciantes portugueses tuvieron el monopolio de surtir esclavos africanos al continente americano, el total era de 10 y 12 millones provenientes principalmente de la costa occidental de África y con destino mayoritariamente a Brasil y las costas del Caribe.
Se calcula que al país llegaron entre 230 mil esclavos africanos, en Parral se sabe de casos de esclavos provenientes de China.
Entre los muchos nombres asignados a los africanos, sobresalen los bozales, un grupo musulmán procedente de Sudán y considerados como rebeldes.
La mayoría de los que habitaban en Parral, eran nombrados bozales, aunque fueron originarios de otras regiones.
En los primeros 50 años de Parral se reporta un promedio anual de 18 compraventas de esclavos, en la segunda mitad del siglo XVIII solo una por año y en 1802 se registra la última venta.
El uso de cadenas, yugos y ataduras para transportarlos o evitar fugas fueron comunes durante el periodo colonial, también se usaban palos, cepos y látigos para obligarlos a trabajar o castigar los intentos de huir.
A principios del siglo XVIII, al recuperarse la población indígena, el uso de esclavos negros se volvió antieconómico, y dejaron de emplearlos en minas y morteros para tenerlos como empleados domésticos.
Para estas fechas los negros criollos, mulatos o mezclas con sangre indígena empezaron a ser mayoría, desplazando a los africanos.
Los precios comerciales de los esclavos eran variable, durante el siglo XVIII, una esclava niña valía aproximadamente 250 pesos, durante su vida fértil de 300 a 350 pesos y mayores de 40 años volvían a cotizarse en 250.
Los niños entre 100 y 150 pesos, mayores de 25 años alcanzaban de 250 a 300 pesos valor que conservaban casi todo el resto de su vida útil.
En la primera mitad del siglo XVII, una temporada de grave escasez de mano de obra, en Parral se reporta que un esclavo masculino menor de 45 años se comercializaba hasta en 900 pesos.
Realizando un comparativo un capitán de presidio tenía un sueldo de 350 pesos anuales, para mediado del siglo XVIII los esclavos se convirtieron en un artículo de lujo, la condición de esclavo se heredaba por la madre y sus hijos también nacían esclavos.
Con la independencia fue abolida oficialmente la esclavitud, los mulatos al igual que los conchos y algunas etnias más, acabaron mezclados y asimilados culturalmente.
La herencia africana en el estado de Chihuahua es posible percibirla por algunos rasgos físicos: pómulos prominentes, el cabello crespo no necesariamente negro, labios gruesos aunque no tan pronunciados, nariz roma y piel oscura.