¿Conoces el origen de la fiesta del Adviento que se ha perpetuado a través del tiempo? La celebración (Del latín adventus Redemptoris, ‘venida del Redentor’) consiste en un tiempo de preparación para celebrar el nacimiento de Cristo, además de marcar el inicio del “año nuevo” para la tradición litúrgica cristiana, particularmente en el catolicismo.
El adviento guarda en sí mismo un origen pagano que fue transformado para mediante estas fiestas originarias poder lograr la evangelización de los pueblos.
Tal es el caso de la corona de adviento, cuyo origen se remonta a una tradición pagana europea que consistía en prender velas durante el invierno para representar al fuego del dios sol, para que regresara con su luz y calor durante el invierno. Los primeros misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar a las personas.
Resulta aún más interesante que la conformación de la corona tal cual la conocemos en la actualidad fue creada por un teólogo evangélico (protestante) llamado Johann Hinrich Wichern, quien en el siglo XIX intentando minimizar la espera de la Navidad, con una vieja llanta de carreta y con 19 pequeñas velas de color rojo que se encendían entre semana y cuatro velas blancas grandes que se prendían los domingos, sentó las bases de lo que hoy en día conocemos como corona de Adviento.
Un origen similar poseen los calendarios de adviento, que se atribuyen a las familias evangelistas que pintaban en la pared o en la puerta de la casa, 24 rayas con tiza y cada día los niños podían borrar una; además algunas familias ponían una corona de muérdago en la puerta, dando también origen a la muy extendida tradición.
En tanto a la actual celebración católica, se tiene registros de que a fines del siglo IV en las regiones de Galia e Hispania se instauró un tiempo similar como preparación ascética para la celebración de la Navidad. Para el siglo VI la iglesia en Roma tenía ya una tradición similar, pero más centrada en la alegre espera del nacimiento de Jesucristo.
Actualmente para los creyentes el adviento posee una triple finalidad. Primero, recordar el pasado, celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. Segundo, vivir en el presente de nuestra vida diaria la "presencia de Jesucristo" y finalmente prepararse para la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la "majestad de su gloria".
Con información de Margarito Garibay Gamboa