El arzobispo de Chihuahua, Constancio Miranda Weckmann, disertó en su homilía sobre el evangelio dominical, del que dijo, es un canto de alegría al mostrar el amor de Dios por la humanidad, que no solo se manifestó en palabras, sino con obras, al enviar a su hijo al mundo para salvarle.
“Ninguna prueba de caridad divina hay tan patente como la segunda persona de la santísima trinidad. Él se hizo criatura, obediente al Padre, en realidad humana. Nuestro Señor se hizo que el hijo de Dios se hiciera uno de nosotros en la forma más grande de la muestra de su amor”, destacó.
La celebración religiosa se realizó en el marco del color amarillo del semáforo epidemiológico, por lo que el aforo controlado de fieles se ve obligado a participar con el uso de cubrebocas, y evitando el contacto físico entre las personas, realizando el saludo de la paz, con una inclinación de cabeza, y observando las medidas necesarias para evitar la propagación de enfermedades respiratorias. Así mismo, la comunión espiritual, se realizó previo a la comunión sacramental para quienes presenciaron la misa a través de internet.
Monseñor Miranda, expresó que los cristianos están llamados a vivir siempre alegres, porque la esencia de su vida está en Dios, en el hecho de que les ha amado en una forma individual, personal, particularmente, a cada uno.
“Jesús no deja de amarnos, él no nos abandona, ni se olvida de cada uno de sus hijos, aun en los momentos de mayor ingratitud de parte nuestra, ni cuando nos apartamos de su camino, de sus enseñanzas y recorremos la vida, por caminos diametralmente opuestos a él. En el evangelio es el mismo Jesús quién dice de sí mismo, tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su hijo único, para el que crea en él, tenga vida eterna. Lo envía no para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él, y esta es la causa donde brota y madura nuestra alegría, al darnos su hijo, Dios Padre, nos ha dado todo”, disertó.
El arzobispo Miranda sostuvo que las dificultades que impiden vivir todo esto, es el egoísmo, el rechazo de las contrariedades que todos en la vida tienen, en las grandes cruces que se presentan en la vida cotidiana, y el hacerse afines a los criterios del mundo.
“El amor a Dios no puede darse, si no se cuida, si no estamos atentos, el amor a Dios, se acaba. Dios nos ha dado por la mediación de su hijo, la vida divina, podemos tener el corazón lleno de alegría, porque después de este tiempo de prueba, tendremos la alegría sin fin que nos trajo Jesús, el único requisito es abrir nuestro corazón a Dios, dejarnos minimizar por él. Vamos a pedirle al Señor que nos ayude a hacer nuestro caminar el suyo”, exhortó.
El día de ayer y hoy por el Seminario, también la ofrenda económica que han depositado en los cepos, es para el Seminario Arquidiocesano de Chihuahua.
Para finalizar, dirigió la oración por las vocaciones y brindó un aplauso, acompañado de la feligresía, por los 15 años de vida de María Paula, quien dedica su servicio al coro de la Catedral.
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