Guardar la sana distancia resulta un reto prácticamente imposible en los camiones urbanos, pues aunque los estudiantes no han regresado a las aulas y muchas personas no se encuentran trabajando, varias de las unidades van llenas, principalmente entre 18:00 y 19:00 horas, poco antes que se corten las corridas.
Aunque en algún momento todo el transporte urbano llega a saturarse, las rutas alimentadoras con mayor afluencia son Ruta I, Mármol I y II, Nombre de Dios y Tec II, cuyos choferes no sólo no respetan la instrucción de pedir a la gente se siente separada de otros pasajeros, sino que permiten que las personas viajen de pie, situación que no sólo incumple con las reglas sanitarias, sino también contra la seguridad de los pasajeros, quienes muchas veces terminan cayéndose.
La odisea comienza antes de abordar un camión, pues las paradas son el primer punto en el que la gente se aglutina para no perder su viaje, pues son muchos los que esperan y a veces, cuando de plano no cabe ni un alfiler, no se les permite subir.
Las paradas en las que se puede observar mayor afluencia son las ubicadas en el primer cuadro de la ciudad, en las avenidas Ocampo, Julián Carrillo, Morelos, en el túnel frente a la Catedral; en la zona norte, las que más afluencia tienen están en la colonia Villa y Revolución y en Chihuahua 2000; al sur, en el bulevar Fuentes Mares, en la avenida Independencia y en calles principales de las colonias Villa Juárez y Ávalos.
A muy temprana hora, los pasajeros de los camiones son de todas las edades, desde jóvenes que están trabajando en alguna labor, mujeres que viajan para comprar mandado, o trabajadores principalmente de la construcción, cuyas labores no fueron cesadas por la contingencia sanitaria.
En casi todos los casos, las personas viajan con mochilas y bolsas, muchos no llevan cubrebocas y se sientan unos junto a otros porque no les queda más que viajar de esta manera, o llegar tarde a sus ocupaciones.
Cata, una mujer de unos 65 años, esperaba ayer su camión, pues dice que con las pocas ventas que ha tenido en su puesto de tortas y burritos, ni en sueños podría pagar taxis. “Tomo el camión a diario, lo más temprano que puedo, y traigo todos mis tiliches porque si no, ¿quién me los lleva? Los pobres no podemos darnos el lujo de viajar cómodos, o nos vamos en el camión o nos quedamos sin trabajar”, relata.
Su camión (de la ruta Nombre de Dios) tardó en pasar, y ella comenzó a desesperarse porque asegura que cuando los choferes tardan, es porque “andan esperando llenar la ruta”, pues no les conviene hacer viajes con la poca gente.
En otro punto de la ciudad, un grupo de jóvenes se encontraba también esperando camión; ellos señalaron que están vendiendo ropa en parques, y que aunque se les ha retirado en varias ocasiones por inspectores del Municipio, la necesidad los hace intentar una y otra vez, en distintos lugares.
Aunque tienen que viajar con bolsas a cuestas, su única manera de viajar es por medio del transporte urbano, es lo más económico y lo pueden pagar, y aun así, en estos tiempos de crisis, cada peso que gastan les pega en el bolsillo.
Así, la mayor parte de las personas, tienen que viajar como encuentran las unidades, pues esperar a que pase un camión vacío cada vez es más difícil, pues la movilidad en la ciudad comienza a incrementarse, luego de varias semanas de guardar la cuarentena.
Por su parte, los choferes hacen lo propio tratando de ganar más pasaje, pues para ellos resulta poco redituable dar vueltas con unas cuantas personas, por lo que optan por esperar a llenar, y aunque con esto no cumplen con las medidas de sana distancia y seguridad personal, es la manera en que pueden tener más ganancias.
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