El comedor comunitario de la colonia Ladrillera Norte se encuentra cerrado debido a la falta de apoyo federal desde hace más de tres meses, situación que perjudica a más de cien habitantes de la zona, quienes durante años acudían diariamente a alimentarse al lugar.
Hace días el actual presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, dio a conocer que el Programa de Comedores Comunitarios, a cargo de Sedesol, desaparecía en todo México. Ante esta información, la delegación en Chihuahua de la ahora Secretaría del Bienestar explicó que aún no se había registrado ningún cierre de comedores en el estado por orden del gobierno federal, sin embargo el de la colonia Ladrillera Norte se vio obligado a cerrar al no contar con los recursos para mantenerse.
“Aquí somos muy pobres, esa es la realidad, y sin el apoyo del comedor comunitario hay muchos niños que se quedan sin comer. Nosotros sólo recibíamos el apoyo en víveres del Gobierno Federal, sin él no fuimos capaces de mantener el comedor abierto”, indicó Velia Chávez, quien hasta hace cerca de tres meses laboraba como cocinera alimentando a más de cien personas, entre niños y adultos.
De almuerzo servían avena y frijoles, mientras que de comida solían elaborar platillos con pollo o carne, acompañado de arroz o sopa. Los alimentos de la cena siempre dependieron de las familias, pero al menos las dos comidas más importantes del día eran aseguradas para los habitantes de la colonia, con sólo un costo de cinco pesos para los adultos, a fin de cubrir las facturas del gas LP necesario para cocinar.
“Anteriormente nos llegaban los víveres de forma mensual: frijoles, arroz, aceite, carne congelada. Pero desde hace meses nos cortaron el apoyo federal sin darnos una explicación, nos fue imposible seguir ofreciendo comida, aquí somos familias muy pobres y no estaba en nosotros el poder colaborar aunque fuera con una lata de atún”, explicó la antigua cocinera, quien ahora sobrevive con las pocas ganancias de la elaboración de ladrillo.
Trabajar en el comedor representaba un alivio a los gastos, pues sus hijos y esposo acudían a alimentarse, además, que en aquellos días cuando sobraba un poco de comida, las cocineras podían almacenarla y utilizarla cuando en sus casas escaseara el alimento. Ahora, Velia reparte sus días al oficio del ladrillo, en un intento por tener dinero para alimentar a su familia.
Para las demás familias de la colonia Ladrillera Norte el panorama es el mismo, y algunas ocasiones peor, pues viven familias conformadas por un número mayor de personas, lo que representa más bocas para alimentar. A diferencia de otros en la ciudad, el comedor comunitario no contaba con ayuda de otras organizaciones, dada su lejanía y difícil acceso.
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