El servicio postal mexicano enfrenta en la actualidad un reto mayúsculo, los carteros cada vez son menos, las ciudades cada vez crecen más, sus funciones se han ido ampliando, mientras que sus prestaciones son cada vez menores.
En 1990 había en esta unidad postal que contaba con más de veinte trabajadores, muchos de ellos se han ido jubilando y sus plazas nunca fueron repuestas, por lo que hoy sólo hay ocho carteros para distribución y tres más que cumplen tareas administrativas, recibiendo paquetes y atendiendo a la gente.
Uno de ellos es Ramón Caraveo, con 31 años de antigüedad, ha visto el cambio de una generación a otra, ha observado cómo con el paso del tiempo la oficina local se fue quedando con menos personal, con menos equipamiento, con una ciudad que cada vez demandaba más a los carteros, pues, aunque no se envíen muchas cartas, la paquetería es hoy una de las principales actividades de entrega.
Anteriormente tenían una oficina en la zona centro, donde estuvieron durante décadas, entonces contaban con más de 800 apartados postales que eran asediados por los usuarios, hoy apenas conservan cerca de 200 en uso. Escribir cartas o cartearse, como se decía, ya no es algo común, aunque hay dos sectores que aún recurren a este medio para hacer llegar su mensaje: los reclusos en centros de rehabilitación y parte de la comunidad menonita que conserva esta tradición.
Ramón explica con nostalgia que, si bien es cierto que el servicio ha disminuido, en la gente que escribía cartas de puño y letra, hoy, el servicio postal mexicano aún tiene mucho por ofrecer a los habitantes de Cuauhtémoc, pues los envíos que llegan desde remotas partes del mundo y que utilizan la paquetería van en aumento.
El incremento en sus labores no va acorde con el equipamiento que tienen, pues para hacer todas las entregas cuentan sólo con tres motocicletas y algunas bicicletas, en condiciones muy precarias, incluso, en la oficina que tienen ahora en la colonia Tierra Nueva, es posible observar las motos ya en desuso, casi como chatarra.
Para poder dar el servicio, deben compartir las motos o bien usar bicicletas y salir a recorrer hasta 50 kilómetros al día para hacer sus entregas a tiempo, cumpliendo con su noble labor de comunicar.
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