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Javier Palacios Reyes comisario de la Policía Vial dijo que la corrupción detectada en la corporación no se atacará “cortando cabezas” o con despidos masivos, como han intentado sus antecesores, por lo que implementará un esquema de testigos protegidos que reciba las querellas ciudadanas al instante contra los malos agentes, así como una línea de tres dígitos similar al 911 para denunciar, además de un robustecido grupo de Asuntos Internos e investigación, que rinda cuentas al Consejo Consultivo.
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Desde la tranquilidad de su departamento, en una colonia como la Santa Rita mismo que comparte con su esposa Ivonne y sus mascotas Max (chihuahueño) y Milo (schnauzer), Palacios Reyes relata que el reciente caso de corrupción destapado en la dependencia, aunque genera una oleada de malas opiniones y desgaste de la figura del oficial de tránsito, no se va ocultar ni tratar de minimizar.
Ratificó que hasta el momento los dos primeros agentes detectados se encuentran turnados ante la Fiscalía de Control Interno, pero reconoció que en la red hay un nutrido grupo de participantes que también son investigados.
Desde su punto de vista, la filtración de la información sobre lo que ha sido denominado como la “mordidas electrónica”, de antemano sí repercutió en una investigación llevada a cabo desde meses atrás, para desarticular una estructura, conformada incluso por oficiales con décadas en la corporación.
“Quiero tener un cuerpo de asuntos internos muy fortalecidos, con recursos para que tengamos supervisiones permanentes y aleatorias, para que si se detectan actos de corrupción se proceda en contra de los participantes”.
AMIGO DEL GOBERNADOR
Palacios nunca se imaginó llegar a un puesto similar, pues siempre laboró como litigante y tuvo algunos años de experiencia en la burocracia de Juárez, de la mano del exalcalde Ramón Galindo a quien considera un gran amigo; relata además que no llegó a la Policía Vial por Aparicio o por Peniche y aunque ha tenido el apoyo incondicional de ambos su nombramiento fue por el propio Javier Corral, quien fue su compañero de generación en la carrera de Derecho.
“Aunque el gobernador es dos o tres años más grande que yo, de ahí nos conocemos, de la universidad”, dice, al reconocer que tanto Javier Corral, Cruz Pérez y él son casi de la misma “camada”.
El comisario se ha familiarizado ya con el uniforme de gala y andar armado, pues su encargo así le demanda aunque su formación en la abogacía, estilo educado y noble no combinen con el atuendo.
“El asunto se ventiló en medios, no lo pudimos evitar, a mí me hubiese gustado haberlo anunciado como un trabajo de detección e inteligencia, con las consecuencias legales para los involucrados, pero lamentablemente se dio a conocer sólo lo malo.
Al considerar que la corrupción existe en los diversos ámbitos de la sociedad, el caso de la Policía Vial es más marcado y deja un antecedente malo, dicho en otras palabras, el sentimiento de antipatía que todos hemos tenido en contra de los agentes se maximiza con notas como la del número de cuenta para sobornos.
Es claro en señalar que el hecho de que como personas nos molesta ser molestados, de ahí se conjugan dos cosas: el enojo y la percepción de que “todos” los agentes quieren afectar al ciudadano.
RADIOGRAFÍA PROFUNDA
Desde su llegada en septiembre del 2018 ha hecho una radiografía profunda de lo que ha sucedido en las direcciones de vialidad, y como principal ingrediente está en que quienes han pasado por la silla no están el tiempo suficiente para generar políticas que erradiquen la corrupción, ”quien está en turno ataca un punto flaco, mientras deja otros descuidados”.
“El combate a la corrupción, ha sido el principal emblema de la administración de Javier Corral, y se va atacar por su instrucción”. “Quizá los primeros meses no halla “sangre”, - lo dice así como parafraseando- que no se utilizará una estrategia inquisitiva para los agentes, pues reconoce tienen sus familias, tienen sus derechos.
“El día que una regidora de Ojinaga nos ventiló que uno de los agentes incluso la acompañó a un cajero para retirar 5 mil pesos, yo mismo quería fusilarlo, -dice figuradamente-, … “yo todos los días preguntaba, ya lo dieron de baja, ya lo corrieron, yo decía, ¡No lo quiero ver!”, revela.
Según palacios en un diagnóstico realizado por el mismo, los agentes de vialidad tienen 31 mil encuentros directos o diálogos con conductores, esto se mide por el número de infracciones en estadística mensual, contra 30 quejas por corrupción recibidas al mes, ósea una diaria, asegura no representa un foco rojo.
QUIERE REIVINDICAR A SU GENTE
En un intento por reivindicar la figura del agente vial, remata, “del 100 por ciento de quejas recibidas, un 80 por ciento se clasifican en “abuso”, es cuando sientes que hay un exceso de parte del agente, que tienden a ser cuando te marcan el alto y tu sientes que no has infringido la ley, y un 20 por ciento son de denuncias por dinero”, de ahí que explicase que el año pasado fueron dados de baja 7 elementos a quienes se les comprobó culpabilidad.
Expuso que una inmensa mayoría de las 30 quejas recibidas al mes, tienden a quedarse en la impunidad, debido a que la corresponsabilidad de quien ofrece el dinero al agente queda en evidencia y éste para no afectarse desiste.
El abogado deja entrever que no se puede soslayar el hecho de la mala práctica general de pensar que es mejor “arreglarse en el momento”, lo que le va ahorrar al conductor el 50 o 60 por ciento de la multa, “el hecho de que la ciudadanía naturalmente tenga la percepción de un agente hostil, que al conjugarse con el escándalo dan un coctel nada objetivo”.
Al abordar que su trabajo es de oficina, realizando gestiones en el Congreso, en el Poder Judicial, con la sociedad civil y no tanto el de supervisor en las calles para ver si se cometen o no actos de corrupción. Reconoció que su trabajo se ha facilitado grandemente por el papel del Consejo Consultivo, que al encontrarlo tan estructurado, tan formal sigue manteniendo la comunicación.
Dijo que al llegar a la dependencia se propuso no cancelar las infracciones de guiadores que se les presentaban por recomendación, simple y llanamente porque es y él aspira a ser un servidor honesto.
Se refirió a que existe la percepción de que la “gran tentación”, de un directivo de tránsito es llegar para participar en corrupción para beneficiarse, lo que es una bajeza y una vulgaridad.
Para finalizar afirma que no se debe estigmatizar a todos los agentes como corruptos, pues son más los buenos, que aman el uniforme que aquéllos que incurren en malas prácticas.
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