DELICIAS, Chih.- Rocío llegó a punto de convulsionar. Ana, su madre, desesperada pedía ayuda para evitar que su hija falleciera en la sala de espera en el Hospital Regional de Delicias. Tardaron 30 minutos en atenderla y eso lo hicieron cuando ya estaba en el suelo convulsionando.
La madre se metió directamente al área de urgencias para pedir ayuda, pero la mandaron a esperar turno.
Desde hace casi un año Rocío no presentaba convulsiones, fue diagnosticada con epilepsia, su madre la conoce muy bien y cuando inició con movimientos involuntarios decidió llevarla al hospital a fin de que previnieran una crisis severa.
"¡Atiendan a mi hija, va a tener una crisis convulsiva necesito ayuda!", imploraba Ana, sin embargo la enfermera le decía que tenía que esperar su turno para que le tomaran los signos a Rocío. "Señora, no puedo dejar a mi paciente por atender al suyo", le contestó la enfermera.
Ana le solicitó que por lo menos le prestara una silla de ruedas para que Rocío no fuera a caer al suelo. No le prestaron nada pues argumentaron que no tenían.
Al cabo de un rato de tomarle los signos, en un cuartito que se ubica frente al área de laboratorio, en el mismo pasillo donde se ubican los siete consultorios. La mandaron a sentarse a la sala de espera, "ahorita le van a hablar", fue la respuesta del personal de enfermería.
No pasaron ni tres minutos cuando Rocío empezó a convulsionar. Fue entonces que llegaron médicos y enfermeras a atenderla. "¡Ahora sí vienen todos!" Le gritaba al personal de salud, ante la impotencia que sentía porque su hija entró caminando y pudieron haber evitado la convulsión.
"Mi hija pudo haber muerto", señaló Ana, quien ingresaba al área de urgencias sin permiso para ver la evolución de su hija, a quien le colocaron suero, medicamento y le realizarían laboratorios químicos.
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