/ lunes 14 de enero de 2019

Teme por su vida víctima de Jorge Esteban Sandoval

Interpuso denuncia en abril de 2016, un poco después de que Sandoval Ochoa dejara la delegación

“Ahora que regresó el licenciado Jorge Esteban Sandoval Ochoa temo por mi vida y la de mi familia”, expresa atemorizada la mujer que denunció por hostigamiento sexual al delegado del Issste ante la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas (Fevimtra) de la Procuraría General de la República (PGR).

La señora llega a la entrevista con una copia de la denuncia en mano. Su nombre y sus datos personales no aparecen en esta publicación para proteger su identidad.

Interpuso la denuncia en abril de 2016, poco después de que Sandoval Ochoa dejara la delegación durante el gobierno de Enrique Peña Nieto.

Entró al Issste en abril de 2013 y la asignaron como asistente administrativa en el despacho del delegado. Sostiene que desde que llegó empezó a sufrir hostigamiento sexual por parte de Sandoval Ochoa.

“Cuando tenía visitas de algunos señores, literalmente me decía: Date la vuelta para que te vean las nalgas”, ejemplifica cohibida.

Afirma que continuamente le llamaba a su oficina y le reiteraba otra sarta de obscenidades, como: “Qué ricas chichis tienes”.

Dice que al mostrarse renuente con él, la insultaba con groserías: “Lárgate a la chingada”, “cabrona”, “yegua rejega”.

Sostiene que ese tipo de violencia se repitió todos los días desde abril hasta noviembre de 2013 cuando la agresión verbal se elevó también a física.

“Intentaba abrazarme y besarme, incluso me mordía la oreja y al negarme, me empujaba y me amenazaba diciendo: Cómo se vería tu hijo sin comer, eres una inútil, ni siquiera sabes hacer algo”, rememora y se estremece atemorizada.

Cuenta que muchas veces el funcionario llevaba prostitutas y se encerraba con ellas en el baño de su oficina. Cuando se iban le preguntaba en tono burlón: “¿Te dan celos?”.

Asegura que continuamente le hacía ofrecimientos económicos, diciendo que podía comprarle una casa, un auto, darle dinero, a cambio de que accediera a sus pretensiones.

Afirma que cuando el delegado organizaba informes de labores, obligaba a las empleadas a asistir a las reuniones de los festejos que hacía en un salón de eventos de su propiedad, invitándolas a ingerir bebidas alcohólicas. “Cuando me retiraba temprano para atender a mi hijo, me reclamaba llamándome a mi celular para gritarme: Me la debes”.

En la denuncia que interpuso ante la PGR menciona a varias personas que pueden testificar.

Cuenta que las agresiones físicas fueron subiendo de tono, hasta que un día en noviembre de 2013 ocurrió el episodio más grave que sufrió por parte de Sandoval Ochoa.

“Me llamó a su oficina. Después de contarme varias historias, me pidió que me parara. Se fue acercando a mí, tocándome la entrepierna mientras con la otra mano me tapó la boca, mordiendo mi oreja. Mientras me intentaba zafar, me lanzó hacia el escritorio, diciendo que me amaba y que podía tener una subdelegación si quisiera, que podría ser jefa, que me gustaba batallar si hasta casa me podía poner, mientras tanto me seguía manoseando. En un momento logré zafarme, tomé una silla y la lancé contra él, regresó a su lugar, le dije que era un cerdo, que yo tengo la edad de su hija y que jamás accedería a algo así, ni con él, ni con nadie”.

Salió llorando de la oficina y le contó a una persona lo ocurrido. En la denuncia precisa a quién.

Después de ese episodio, el delegado la envió a otro departamento donde permaneció un año, de noviembre de 2013 a diciembre de 2014. Indica que aunque ya no veía tan seguido a Sandoval Ochoa y eso fue un descanso para ella, la seguía hostigando por teléfono. “Me llamaba a mi celular y me decía: Mi amor, ¿ya te vas a portar bien para regresarte a la delegación? Ven a visitarme”.

Asegura que funcionarios cercanos al delegado la presionaron para que no denunciara el hostigamiento que sufría por parte de Sandoval Ochoa, sobre todo la agresión física que ocurrió en su oficina.

Narra que en enero de 2015, al año de permanecer en ese departamento, donde estuvo cómoda y la trataron bien, su jefe la acusó de tomar vacaciones sin permiso, cosa que le sorprendió porque siempre se había mostrado amable. A ella no le queda duda que acató órdenes del delegado.

Le pidieron la renuncia y ella se negó rotundamente a firmarla porque consideró que se trataba de una completa injusticia y calumnia. En la denuncia que tiene la PGR menciona varios testigos de este percance.

Después de dos semanas de incertidumbre, el delegado la llamó a su oficina y le dijo que le daría otra oportunidad de permanecer en el Issste.

“Me preguntó varias veces: ¿Te va a seguir portando rejega conmigo? Si te portas bien conmigo puedes tener una jefatura, un buen sueldo. Te doy a escoger el departamento que quieras porque ando de buenas”, recuerda que le dijo en tono hostigador.

Eligió ir al departamento donde pensó que estaría más cómoda, pero ahí solo permaneció tres meses porque la volvieron a cambiar de lugar, esta vez sin ninguna explicación. Dice que en este lugar encontró personas más amistosas que incluso la defendieron ante el delegado. En la denuncia menciona a varias de estas personas que pueden testificar.

Afirma que nunca dejó de sufrir hostigamiento por parte del delegado. “Durante ese tiempo me seguía llamando por teléfono y me exigía que lo fuera a visitar. En dos o tres ocasiones pude negarme diciéndole que tenía trabajo importante que entregar, pero si no le hacía caso él iba hasta donde yo estaba y se refería a mí despectivamente”.

Narra que en el siguiente departamento también permaneció tres meses y nuevamente la cambiaron sin motivo alguno.

En abril de 2016 que interpuso la denuncia ante la PGR estaba en un departamento donde, asegura, permanecía completamente aislada, sin hacer ningún tipo de trabajo.

“Ocasionalmente me mandaban a sacar copias, pero normalmente estaba sin hacer nada porque no me daban funciones, ni me permitían intervenir en nada. Era obvio que la intención era castigarme, aislarme, cansarme”, resalta.


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“Ahora que regresó el licenciado Jorge Esteban Sandoval Ochoa temo por mi vida y la de mi familia”, expresa atemorizada la mujer que denunció por hostigamiento sexual al delegado del Issste ante la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas (Fevimtra) de la Procuraría General de la República (PGR).

La señora llega a la entrevista con una copia de la denuncia en mano. Su nombre y sus datos personales no aparecen en esta publicación para proteger su identidad.

Interpuso la denuncia en abril de 2016, poco después de que Sandoval Ochoa dejara la delegación durante el gobierno de Enrique Peña Nieto.

Entró al Issste en abril de 2013 y la asignaron como asistente administrativa en el despacho del delegado. Sostiene que desde que llegó empezó a sufrir hostigamiento sexual por parte de Sandoval Ochoa.

“Cuando tenía visitas de algunos señores, literalmente me decía: Date la vuelta para que te vean las nalgas”, ejemplifica cohibida.

Afirma que continuamente le llamaba a su oficina y le reiteraba otra sarta de obscenidades, como: “Qué ricas chichis tienes”.

Dice que al mostrarse renuente con él, la insultaba con groserías: “Lárgate a la chingada”, “cabrona”, “yegua rejega”.

Sostiene que ese tipo de violencia se repitió todos los días desde abril hasta noviembre de 2013 cuando la agresión verbal se elevó también a física.

“Intentaba abrazarme y besarme, incluso me mordía la oreja y al negarme, me empujaba y me amenazaba diciendo: Cómo se vería tu hijo sin comer, eres una inútil, ni siquiera sabes hacer algo”, rememora y se estremece atemorizada.

Cuenta que muchas veces el funcionario llevaba prostitutas y se encerraba con ellas en el baño de su oficina. Cuando se iban le preguntaba en tono burlón: “¿Te dan celos?”.

Asegura que continuamente le hacía ofrecimientos económicos, diciendo que podía comprarle una casa, un auto, darle dinero, a cambio de que accediera a sus pretensiones.

Afirma que cuando el delegado organizaba informes de labores, obligaba a las empleadas a asistir a las reuniones de los festejos que hacía en un salón de eventos de su propiedad, invitándolas a ingerir bebidas alcohólicas. “Cuando me retiraba temprano para atender a mi hijo, me reclamaba llamándome a mi celular para gritarme: Me la debes”.

En la denuncia que interpuso ante la PGR menciona a varias personas que pueden testificar.

Cuenta que las agresiones físicas fueron subiendo de tono, hasta que un día en noviembre de 2013 ocurrió el episodio más grave que sufrió por parte de Sandoval Ochoa.

“Me llamó a su oficina. Después de contarme varias historias, me pidió que me parara. Se fue acercando a mí, tocándome la entrepierna mientras con la otra mano me tapó la boca, mordiendo mi oreja. Mientras me intentaba zafar, me lanzó hacia el escritorio, diciendo que me amaba y que podía tener una subdelegación si quisiera, que podría ser jefa, que me gustaba batallar si hasta casa me podía poner, mientras tanto me seguía manoseando. En un momento logré zafarme, tomé una silla y la lancé contra él, regresó a su lugar, le dije que era un cerdo, que yo tengo la edad de su hija y que jamás accedería a algo así, ni con él, ni con nadie”.

Salió llorando de la oficina y le contó a una persona lo ocurrido. En la denuncia precisa a quién.

Después de ese episodio, el delegado la envió a otro departamento donde permaneció un año, de noviembre de 2013 a diciembre de 2014. Indica que aunque ya no veía tan seguido a Sandoval Ochoa y eso fue un descanso para ella, la seguía hostigando por teléfono. “Me llamaba a mi celular y me decía: Mi amor, ¿ya te vas a portar bien para regresarte a la delegación? Ven a visitarme”.

Asegura que funcionarios cercanos al delegado la presionaron para que no denunciara el hostigamiento que sufría por parte de Sandoval Ochoa, sobre todo la agresión física que ocurrió en su oficina.

Narra que en enero de 2015, al año de permanecer en ese departamento, donde estuvo cómoda y la trataron bien, su jefe la acusó de tomar vacaciones sin permiso, cosa que le sorprendió porque siempre se había mostrado amable. A ella no le queda duda que acató órdenes del delegado.

Le pidieron la renuncia y ella se negó rotundamente a firmarla porque consideró que se trataba de una completa injusticia y calumnia. En la denuncia que tiene la PGR menciona varios testigos de este percance.

Después de dos semanas de incertidumbre, el delegado la llamó a su oficina y le dijo que le daría otra oportunidad de permanecer en el Issste.

“Me preguntó varias veces: ¿Te va a seguir portando rejega conmigo? Si te portas bien conmigo puedes tener una jefatura, un buen sueldo. Te doy a escoger el departamento que quieras porque ando de buenas”, recuerda que le dijo en tono hostigador.

Eligió ir al departamento donde pensó que estaría más cómoda, pero ahí solo permaneció tres meses porque la volvieron a cambiar de lugar, esta vez sin ninguna explicación. Dice que en este lugar encontró personas más amistosas que incluso la defendieron ante el delegado. En la denuncia menciona a varias de estas personas que pueden testificar.

Afirma que nunca dejó de sufrir hostigamiento por parte del delegado. “Durante ese tiempo me seguía llamando por teléfono y me exigía que lo fuera a visitar. En dos o tres ocasiones pude negarme diciéndole que tenía trabajo importante que entregar, pero si no le hacía caso él iba hasta donde yo estaba y se refería a mí despectivamente”.

Narra que en el siguiente departamento también permaneció tres meses y nuevamente la cambiaron sin motivo alguno.

En abril de 2016 que interpuso la denuncia ante la PGR estaba en un departamento donde, asegura, permanecía completamente aislada, sin hacer ningún tipo de trabajo.

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