“Están desapareciendo las lenguas indígenas, lo que se haga no va a ser suficiente porque somos un país dividido, un país que admira la grandiosidad de las culturas cuando está frente a una pirámide o en el museo de antropología, pero cuando se da cuenta de que esas culturas viven y son personas de este tiempo que hablan un mundo a través de sus 68 idiomas más el español, les asusta”, enfatizó la escritora Natalia Toledo, hija del recién fallecido artista plástico Francisco Toledo, considerada como un referente de la literatura indígena en el continente americano, gracias a su trabajo literario en idioma zapoteco.
En la sala de la Plaza Cultural Los Laureles, la poetisa destacó que las personas indígenas son discriminadas cuando no hablan bien el español o por tener un color de piel diferente. Natalia Toledo está de visita en Chihuahua para presentar una conferencia en el marco del Año Internacional de las Lenguas Indígenas.
Actualmente ella funge como subsecretaria de Diversidad Cultural de la Secretaría de Cultura Federal y desde las “tripas” de la dependencia se busca mantener la riqueza cultural y lingüística, ya que es algo que nos pertenece a todos los mexicanos, pues el país se ha distinguido por su gran variedad de idiomas indígenas, a la fecha se preservan 66, sin embargo se ha perdido más de la mitad.
Al presentarla, Enrique Servín, jefe del Departamento de Culturas Étnicas y Diversidad de la Secretaría de Cultura, señaló los idiomas indígenas son un aspecto importante del patrimonio cultural, pero que ha ido perdiendo vigor y cediendo ante el castellano, por lo que en el marco del Año Internacional de las Lenguas Indígenas, decretado por la Unesco, se invitó a Natalia Toledo, uno de los personajes centrales en la historia del movimiento de defensa, preservación, difusión y enriquecimiento de los idiomas indígenas de México.
Enfatizó que la poetisa es una de las voces centrales de la literatura, aunado a que es hija del maestro Toledo, uno de los pioneros en el rescate de los idiomas de las minorías, por lo que desde pequeña vivió en un ambiente propicio para la concienciación de la importancia de los idiomas indígenas.
Su obra se caracteriza por la luminosidad y abundancia de elementos tomados de su cultura nativa, que es la zapoteca en el istmo de Tehuantepec, en Oaxaca, donde resalta la sensualidad, la sexualidad femenina y el gozo de vivir.
En ese contexto recordó que cuando ella salió de la comunidad para tener oportunidades de estudio, su educación se castellanizó. Incluso estando en el colegio, la maestra le preguntó a los alumnos que si hablaban una lengua diferente al español, varios levantaron la mano. Uno a uno fue diciendo inglés, alemán, francés, entre otros, la maestra anotaba en el pizarrón, al llegar con ella le contestó que zapoteco, pero la maestra no lo escribió. Natalia al salir de la escuela se quejó con su padre, quien al siguiente día la acompañó a la escuela e hizo que la maestra escribiera en el pizarrón zapoteco con letras grandes.
“Si tu papá te enseña eso, te sientes arropada y creo que eso debemos hacer como sociedad”, señaló la escritora, quien agregó que es muy bonito tener tantas culturas vivas, “no estamos en las piedras ni en los desiertos, estamos vivas y caminando”.
Acotó que Oaxaca es el estado con mayor número de lenguas indígenas que existen en el país, por lo que han tratado de seguir trabajando y no menospreciarlas.
Natalia había escrito en un cuento que iba a enseñar a hablar a un loro, para que repitiera el zapoteco, para que cuando no quedara ningún hablante sobrevolara los cielos y vaya gritando las palabras de tal forma que recuerde quiénes somos. “Tenemos en Chihuahua un loro que camina y habla muchos idiomas, ¿por qué no proponemos que Enrique Servín aprenda las 68 lenguas indígenas para que las enseñe?”, dijo al dirigirse al maestro Servín.
Natalia señaló que no es sólo aprender el idioma, en Juchitán, su pueblo natal, se aprende la lengua, el pensamiento y la cultura, qué significa la palabra, cuál es la raíz, aunado a qué hay que pensar y descifrar, “no es solamente repetir las palabras, sino lo que realmente está diciendo el loro”.
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