Chihuahua.- Ha transcurrido un año desde que los amigos de Araly, la encontraron sin vida en su departamento, en el centro de la Capital. La joven dejó de asistir a trabajar, llamando la atención de sus seres cercanos porque ella, era "responsable y trabajadora, llena de proyectos, le gustaba bailar y cantar mientras hacía su trabajo" .
La joven de apenas 33 años de edad, fue encontrada sin vida el 03 de abril del año 2020, al interior de su vivienda ubicada en las calles 20 Noviembre y Segunda. Su cuerpo, presentaba signos de violencia: Araly fue golpeada y asfixiada sin que al momento se conozca el motivo o la identidad del asesino.
Su familia, compañeros de trabajo y amigos, no han recibido información certera por parte de la Fiscalía Especializada de la Mujer, sin embargo, su exigencia de justicia sigue en pie con formas que van más allá del mero reclamo a las autoridades. La memoria de Araly y su clamor de justicia, el dolor de quienes la conocieron, van quedando plasmados en ilustraciones, en cruces bordadas, en poemas y en flores donde mantienen vivo su retrato.
Su amiga Mariana, comentó a esta redacción: "Pues hasta ahora hemos hecho todo lo posible en nuestras manos para que no olviden a Araly, parece extraño y desolador cómo la vida sigue después de un acontecimiento tan traumático y que las autoridades correspondientes no le den el peso y el respeto que corresponde a esto."
La justicia en palabras de la joven, no será solamente en favor de su Araly, sino de la misma sociedad quien corrobora como día a día, siguen presentándose de manera exacerbada hechos de violencia en contra de niñas y mujeres.
"Quisiera que esta guerra declarada hacia nuestros cuerpos pudiera terminar, pero mientras el feminicida de Araly siga libre entre nosotras, mientras todos los feminicidas sigan libres entre nosotras, nos queda seguir luchando con las herramientas que tengamos y acompañarnos entre tantas heridas incurables".
Poema para Araly, con justa dignidad y respeto
Por: Jessy
Que nunca me falte la voz para gritar tu nombre.
I.
Hace tres meses
enterramos a Araly
y fue tan cristalino
el sentimiento
de abandono
de su risa
que pensé
entre esperanza,
entre dudas:
“esto no es real”.
Viví tres meses
como si soñara
e hice todo
lo que no podía
(así creí)
porque
¿quién
gusta de
un vistazo
tras la ventana
del horror?
A la gente
no le gusta
la gente
porque nosotras,
las gentes,
somos sucias
y olemos
a humanidad.
II.
Nadie pensó que el monstruo
podría camuflarse,
nadie pensó que no era amigo
sino monstruo.
Que tu llave sin retorno
era destino fúnebre.
En un mundo sin culpables,
nadie pensó en tu gato huérfano,
ni en tus plantas secándose
sin agua.
Nadie pensó
en nuestros planes a la sierra
ni en tus clases de inglés
por las mañanas.
Nadie pensó que lo innombrable
estaba a la vuelta de la esquina,
que enterrarte era cavar
tierra áspera sin flores.
No pudimos abrazarnos,
porque nadie pensó
que era verdad esta ficción
de perderte en un instante.
Nadie pensó en
tu bicicleta rosa,
ni en el vestido
que te gustaba
usar los sábados.
Nadie pensó en tus padres,
ni en tus hermanos,
ni en tus amigos,
ni en tus sueños.
Un monstruo entró a tu casa
sin que alguien lo impidiera
y sin permiso de nadie
detuvo el tiempo.
Hace once meses, ya,
que un monstruo
detuvo el tiempo.