Una enfermera comprometida con su etnia

Grandes son los retos que enfrenta la población femenina indígena en torno a su adaptación a la cultura mestiza, rompiendo estereotipos y barreras como el lenguaje, así como emigrar a la ciudad y cambiar drásticamente su estilo de vida

Soraya Núñez

  · martes 5 de febrero de 2019

Fotos: Soraya Núñez

Enfermera general de profesión, Elvira Luna Cubesari es una mujer rarámuri que a sus 29 años lucha cada día por el sustento diario de su familia, la cual está conformada por su pequeña hija Melissa y sus tres hermanas adolescentes Karla, Reyna y Verónica, quienes actualmente cursan estudios básicos.

Elvira enfrenta en su hogar las dificultades de vivir lejos de su comunidad, así como el compromiso de mantener su cultura por lo que en su hogar todas hablan el dialecto rarámuri. Ella como madre y jefa de familia es quien se encarga de preservar sus costumbres en casa.

“Mi hija y mis hermanas se encuentran en un proceso de aprendizaje, a su edad yo no tenía todo el conocimiento que ellas tienen hoy, es muy importante adquirir conocimiento, pero sin olvidarnos quiénes somos ni las costumbres de nuestra cultura”.

También fue clara al enfatizar “queremos conservar el dialecto y las costumbres, tenemos muy claro a cual cultura pertenecemos, es un orgullo ser y pertenecer a la cultura rarámuri. Estoy preparada para acompañar a mi familia en este proceso, yo tuve muchas barreras y piedras en el camino, mi hija y hermanas hoy tienen todas las herramientas que yo no tuve para salir adelante”.

Elvira Luna es originaria de Huisuchi, del municipio de Batopilas, Chihuahua, a 11 horas de camino de la ciudad. Cuando ella era pequeña, su madre Lucrecia se vio en la necesidad de emigrar a la ciudad, motivo por lo que fue criada en casa de sus abuelos Lucía y Severiano.

Es la mayor de siete hermanos y comentó, “vengo de una familia con cultura muy arraigada, tengo tíos que son maestros, por lo que mis abuelos tenían mayor apertura de perimirme recibir preparación escolar, culturalmente en las comunidades de la sierra no se acostumbra enviar a los niños a la escuela, son los maestros los que visitan a los pobladores y los obligan a enviarlos”.

Ella comenta que cursó la primaria obligada, recuerda que más que aprender su motivo de asistir a clases era jugar con más niños y la convivencia que había en la escuela. También refiere que en la sierra no se conoce mucho el valor del dinero, pero sí el ejemplo por lo que de niña veía que los hijos de su tío tenían cosas que ella no, por lo que supo que si quería tener ciertas cosas, debía estudiar y esforzarse para conseguirlas.

Una vez que culminó la primaria en su comunidad, para cursar secundaria y preparatoria, su tío la llevó al internado Rahobi (Rancho Hogar Bilingüe) en Bocoyna. Elvira recuerda que era un internado en el que no podías ir de vacaciones a tu casa, así que hasta que terminó la secundaria, tres años después, se le permitió visitar su casa de nuevo.

Durante ese tiempo se adaptó a nuevas reglas, formas y distintas costumbres, por lo que a sus 12 años se enfrentó a muchos cambios emocionales, estilo de vida, el orden y la disciplina, así como el valor de las personas y agradecer lo que tienes, es parte de lo que dice aprendió en el internado, durante los cinco años y medio que Rahobi fue su hogar.

Su último semestre de preparatoria lo cursó en Creel y comenta que fue en esta etapa en la que su vida se ve marcada y decide continuar estudiando. “Falleció mi abuela, yo estaba por terminar la preparatoria en Creel, al recibir la noticia pregunté ¿cuál fue la causa?, mi abuela enfermó de diarrea durante tres días y la enfermera de la comunidad no pudo asistir a atenderla en casa, así que murió deshidratada. La gente no debería morir de diarrea, con esta dolorosa experiencia decidí que quería estudiar Medicina”.

Al llegar a la ciudad presentó examen de admisión para estudiar Medicina en la UACh y recuerda “Yo quería estudiar Medicina pero el conocimiento que traía no me dio suficientes herramientas para pasar el examen, sin embargo me permitió conocer una persona muy especial, la Dra. Céspedes, que en paz descanse, ella me dio un fuerte abrazo cuando me vio en el salón el día del examen”

También recuerda gratamente que la Dra Céspedes le dijo sentir orgullo de ver una mujer rarámuri con su indumentaria esperando presentar el examen, “me alentó para pasar el examen, sin embargo cuando recibí el resultado y no lo pasé, regrese de nuevo a Huisuchi”

Elvira comenta que la Dra Céspedes la mandó a buscar a su comunidad y le brindó apoyo para presentar un segundo examen, en el cual de nuevo no tuvo éxito, pero le dio la oportunidad de ingresar a estudiar enfermería general.

Actualmente Elvira se desempaña como enfermera general desde el año 2015 en el Hospital Central de esta capital y preocupada por los problemas y la vulnerabilidad que enfrentan las comunidades indígenas al momento de llegar a la ciudad para atender alguna cuestión de salud, así como la falta de políticas públicas en las que se especifique cómo cubrir las necesidades básicas de quienes habitan en la sierra, decidió comenzar lo que ella llama un servicio social.

Es así como durante su horario de trabajo, después de cubrir las necesidades de sus pacientes, se daba a la tarea de buscar pacientes indígenas y a sus familias para saber en qué situación se encontraban y brindar su apoyo para facilitar su estancia hospitalaria. “Mi preocupación no es nada más apoyar en la cuestión hospitalaria, sino dar un seguimiento, buscando albergue, requisitos de Seguro Popular y apoyar para que no se les dificulte ningún trámite e incluso buscar transporte de regreso a sus comunidades por medio de la Coordinadora de la Tarahumara”.

Fueron las acciones que Elvira realizaba, aun fuera de sus horas de trabajo de manera voluntaria, y sin imaginarse vio nacer lo que hoy se llama “Programa de interculturalidad”, el cual se dio de una plática que Elvira sostuvo con el director del Hospital Central, el Dr. Óscar Aguirre, en mayo del 2018, en la cual le expuso la necesidad que se tenía como hospital público de tener una persona hablante del dialecto, que se encargue de brindar el apoyo y la información completa para pacientes y familiares indígenas, destacando la importancia de brindar seguridad y confianza como dependencia hospitalaria.

El director del hospital mostró interés e ingresó el proyecto, el cual se concretó en septiembre del año pasado, así que hoy Elvira desea dar a conocerlo con la intención de que este sea implementado en más hospitales públicos de la ciudad y con esto crear conciencia de la cultura rarámuri, de su estilo de vida, de sus necesidades, religión y creencias.

El trabajo de Elvira consiste en orientar como traductora la consulta del médico con el paciente, realizar trámites de Seguro Popular, tramitar altas, citas, solicitar apoyo a la coordinadora para traslados y albergue, así como brindar información al personal hospitalario sobre el trato que la comunidad desea recibir, ya que en muchas ocasiones los indígenas en su comunidad no aceptan traslados por temor a desconocer cómo serán tratados en el hospital, “me siento muy orgullosa del programa, aprendo mucho como persona y me pongo en lugar de los pacientes”, puntualizó.

La discriminación y falta de conocimiento de la cultura rarámuri por parte de la comunidad mestiza, ha creado falsos estereotipos que Elvira invita a romper, no son las mismas necesidades ni costumbres para ambas culturas.


“Nuestras necesidades son distintas y menos materialistas, la esencia de la cultura y de la gente de la sierra es muy rica, somos gente trabajadora, no somos ambiciosos, los rarámuri somos felices con lo que

Dios nos da” puntualizó.


Sabemos que parte de la riqueza del estado de Chihuahua son precisamente sus etnias, es por ello que Elvira invita a la comunidad mestiza a ver a los pueblos indígenas más allá de una artesanía. Se dice sentir feliz, realizada y segura de saber que se encuentra trabajando a favor de la gente de su comunidad, agradece que su petición fuera escuchada y haber apoyado a poner este noble proyecto para apoyar a su gente en marcha.

Asimismo para finalizar expresó su agradecimiento para el director del Hospital Central, el Dr. Óscar Aguirre, resaltando que es un dirigente que sabe escuchar, lo cual ella valora mucho, de igual manera espera que este proyecto se dé a conocer y sirva de inspiración para que se ponga en marcha en más hospitales públicos, recalcando que cada día es más la gente indígena que acude a la escuela y se prepara, así que no descarta que haya personas bien preparadas para desarrollar estos proyectos, que amen ayudar y servir.


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