De las más de 300 mil palabras que están registradas en el Diccionario de la Lengua Española, los hablantes usamos 300 para comunicarnos habitualmente, es decir el 99 por ciento de las palabras disponibles las dejamos fuera de nuestro vocabulario, comentó Laura García Arroyo, escritora del libro “Funderelele y más hallazgos de la lengua”, mismo que fue presentado en la Feria del Libro Chihuahua 2018.
El libro recupera 71 palabras que ha rescatado del idioma, que poco se sabe de su significado y que en ocasiones caen en desuso por ignorancia, por lo que el reto de Laura es regalar palabras que enriquezcan nuestro vocabulario.
Laura leyó una estadística que decía que en el español hay 300 mil términos registrados, cifra que a su punto de vista es aventurada, orientativa y no cierta debido a que hay palabras no registradas dentro del español, como son los regionalismos y palabras que usamos para comunicarnos.
La pobreza en nuestro lenguaje tiene mucho que ver con a qué nos dediquemos, la edad, dónde vivimos, entre otros factores, sin embargo si se dejan fuera los artículos, pronombres y conjunciones, y sólo se fija en verbos, adjetivos y sustantivos, sí tenemos un lenguaje que estamos restringiendo mucho.
La lexicógrafa y comunicadora de radio y televisión dijo que ahora nos comunicamos con términos generales y palabras que significan cosas muy ambiguas y grandes, dejando de lado palabras concretas, precisas, con matices en los términos. “Lo que yo quiero es hacer una aportación de dónde encontrar ese vocabulario, tenemos un idioma muy rico y sin embargo se está empobreciendo, nos estamos volviendo más flojos. Tenemos un vocabulario pasivo, que es el que reconocemos pero no usamos, y el activo, que es con el que hablamos y nos expresamos a diario”.
Explicó que en el caso de los jóvenes es una invitación a conocer más palabras y la importancia de tener un vocabulario mayor, pues no es lo mismos describirse con cien palabras que con mil, tienen más manera de ver los matices, sobre todo porque el uso restringido de palabras es una limitante de expresión. “Necesitas saber todos los matices de las palabras, necesitamos conocer más para expresar mejor cómo nos sentimos, lo que nos pasa o quiénes somos”,
En entrevista con El Heraldo de Chihuahua hizo referencia a otra autora que establece que la criminalidad está muy relacionada con la ausencia de palabras, “Cómo uno sin poder decir lo que siente y quiere expresar con cierta precisión, hace que se frustre y esos niveles de frustración los llevaban a una violencia más fácil”.
Laura García mencionó que “Funderelele y más hallazgos de la lengua” es una invitación, provocación y juego hacia ese vocabulario desconocido.
Tan sólo desde el título, que se refiere a la palabra para nombrar a la cuchara que le da forma de bola a la nieve, como esa en total son 71 palabras, entre verbos, sustantivos y adjetivos, poco conocidas del idioma. “Me encontré palabras que se referían a cuestiones muy cotidianas y muy cercanas a nuestra vida y las definíamos con frases. Me parecía que era dejar de lado vocabulario que tenía que rescatarse”.
Aunque reconoce que las 71 palabras no van a hacer la diferencia en un vocabulario, pero es una invitación a observar el vocabulario que nos rodea, que tenemos y pasa por nuestro lado sin darnos cuenta. “Hace falta detenernos, observarlo y retenerlo”.
Explicó que cada palabra va acompañada de un ensayo, donde cuenta cómo conoció la palabra, quién se la regalo o quién se la enseño, donde construye una historia con la palabra demostrando que hay cuestiones afectivas que hacen que se retengan y sean memorizadas, para después usarlas con mayor libertad y frecuencia. El libro está escrito en orden alfabético inverso, como un afán de demostrar que con el vocabulario se puede jugar.
El uso limitante de palabras tiene en parte que ver con el desconocimiento pero también por comodidad, “Muchas veces las conocemos pero no las usamos porque no las tenemos a mano, lo que hay que hacer es usarlas más para tenerlas en la punta de la lengua y que salgan más a menudo y no se tenga que pensar en ellas”.
La española recomendó leer más para encontrar esas palabras, pero también darse cuenta que la gente habla con esas palabras y no las entendemos, pero en lugar de buscarlas para saber qué significan preferimos ignorarlas.
El 90 por ciento de las palabras del libro están en el diccionario, el resto hay que usarlas.
Entre las palabras que mencionó está “letológica”, que es la incapacidad para recordar una palabra que se quiere decir; “crencha”, línea que se forma en el peinado al separar los cabellos con el peine; “playo”, que es el plástico adherente con el que se envuelven los muebles u objetos para ser trasladados, misma que conoció ahora con el temblor, “lo que doy a entender es que en las situaciones más inverosímiles uno puede encontrar vocabulario nuevo”.
Otra de las palabras que conoció recientemente a raíz del temblor del 19 de septiembre de 2017 fue tremofobia, que es el miedo irracional a los temblores.
Comentó que las palabras que eligió para el libro es porque se refieren a cosas conocidas, además de que tienen algo que al oído la transportan más allá de su significado y tiene una historia con ellas, que la hace recordar. Eso es lo que quiere que el lector experimente.
Además encontrarán palabras como “samuelear”, que es tratar de ver furtivamente o con disimulo un hombre las partes sexuales o muslos de una mujer; “petricor”: Olor que produce la lluvia al caer sobre tierra seca; otras son recuerdos de abuela, madre, sobrina e incluso cuando se hizo un esguince en un dedo, y “bomborombilla” es una palabra que conoció en un concierto de Michael Jackson.
Finalmente dijo que la invitación al lector es estar atentos a las palabras, establecer relación afectiva y jugar con el lenguaje para establecer las propias historias. “Este libro se puede tener de consulta para establecer conversaciones alrededor de las palabras, convertirse en regalador de palabras que la hace especial frente a otra que la escucha”.