Alejada de sus tres hijos y demás familia que dejó en Mazatlán, Sinaloa, Micaela Victoria se ve obligada que tomar pedazos de madera de los vecinos para calentar su humilde jacalito de la calle Baldosas, en la colonia Ladrillera Norte.
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Con 47 años encima, Micaela Victoria Estrada Romero sufre una severa afección en vías respiratorias, además de una delgadez extrema y la pérdida de algunas piezas dentales, lo que se suma a una vieja lesión mal atendida en la muñeca derecha, que le impide trabajar, por lo que se dedica a pedir ayuda en los cruceros a los automovilistas que deseen regalarle unas monedas.
Su jacalito está rodeado de perros, que son su compañía, pues luego de una fuerte discusión familiar, decidió poner tierra de por medio, y ahora vive sola, titiritando de frío, en medio de la humareda que produce el calentón hechizo con un tambo rebanado que le sirve para sortear el mal tiempo.
“Sí me he goteado bastante. A mí no me traen agua de la pipa, porque saben que estoy yo aquí sola, no me dejan agua. No me dicen nada, simplemente no me dejan. Aquí nadie me coopera, ni me ayuda. Yo pido en la 20, ahí hago un punto, ahí pido cambio –antes jalaba y ahora no puedo-. Esta la tengo mala y esta no”, dijo mostrando sus manos.
Confesó que para calentarse se lleva la madera de los hornos de ladrillos para poder calentarse, porque está enferma y tiene frío.
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